36. Una última noche

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L E Y S A    F A R R I N T O N

Estábamos de regreso en la siniestra mansión de los Malfoy. El ambiente estaba impregnado de oscuridad y los pasillos hasta la entrada resonaban con los gritos de emoción de los mortífagos. Caminaba junto a Draco, quien parecía absorto en sus pensamientos sobre la muerte de Dumbledore, aquel hombre al que nunca llegué a conocer.

A pesar de ello, Draco aún mantenía nuestra mano entrelazada, aunque en cuanto divisé a Bellatrix acercarse, intentó soltarla por completo. Al llegar a la mansión, nos dimos cuenta de que Voldemort ya nos esperaba, rodeado de seguidores, así que decidí liberar por completo la mano de Draco. Los mortífagos que nos acompañaban se posicionaron a los lados, mientras que Bellatrix fue la única que permaneció a nuestro lado.

— Mi Señor, hemos cumplido sus órdenes. Dumbledore ha muerto —anunció Bellatrix, provocando un estallido de aplausos entre los presentes.

Voldemort alzó la mano para silenciar a todos y nos miró, haciendo un gesto para que nos colocáramos frente a él.

— Felicito a ambos por el excelente trabajo que han realizado —dirigió su mirada hacia Draco—. Leysa cumplió con su deber, Draco. Fuiste asistido por alguien que se convertirá en una de las mejores mortífagas de tu generación —exclamó entusiasmado, y observé de reojo a Draco, quien lucía confundido.

— La niña —intervino Bellatrix—. Fue ella quien arregló el armario. Claro que mi sobrino también ayudó mucho —corrigió al darse cuenta de que estaba traicionando a Draco.

— Ambos hemos hecho nuestra parte —afirmé mirando a Voldemort—. Lo que ocurrió es que Potter se interpuso en el camino de Draco. Claramente debíamos seguir adelante con el plan.

— Muy bien, Draco, puedes tomar asiento —asintió y obedeció las órdenes de Voldemort—. Leysa Farrington, finalmente has demostrado tu lealtad hacia mí. Sin embargo, aún queda una última prueba —sonreí mientras bajaba la mirada—. Después de la prueba, tendrás tu propia ceremonia para recibir la Marca.

— Mi Señor, si me permitiera saber cuál será mi prueba, estaría encantada de saberlo —respondí, y él asintió, tomándose un momento para reflexionar.

— Serás líder de un grupo de mortífagos —sus palabras resonaron en la mansión, sorprendiendo incluso a Bellatrix—. Tendrás el honor de demostrar tus habilidades —observé cómo Draco se levantaba de la reunión y salía de allí—. De ese grupo, los dividirás en dos. Una parte se quedará aquí, obedeciendo mis órdenes y las órdenes que les des, mientras que el otro equipo irá contigo —continuó Voldemort.

— Será un verdadero placer para mí demostrar mi lealtad, mi Señor —respondí con determinación.

La reunión había concluido y observé cómo Voldemort se acercaba a Snape mientras se alejaban juntos. Por mi parte, me dirigí a mi habitación, sin ganas de encontrarme ni con Lucius ni con Narcissa. Mientras pasaba por la habitación de Draco, escuché claramente sollozos que provenían de allí, pero al mirar la puerta, estaba cubierta por un fino muro de magia que parecía imposible de deshacer.

—Clavis Parateo —susurré, abriendo la puerta.

Cuando entré, Draco ya se había quitado el saco negro y ahora solo llevaba una camisa del mismo color, con los tres primeros botones desabrochados y las mangas arremangadas. Su cabello estaba completamente desordenado. La habitación estaba apenas iluminada por las dos velas que ardían en su escritorio.

—Podrías tocar la puerta, al menos —me miró con enojo—. ¿Por qué no me dijiste que te pondrían la maldita Marca? ¿Crees que se siente bien? Una vez que la tengas, te arruinará el resto de tu vida.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora