29. Mentiras que atormentan

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D R A C O    M A L F O Y

Leysa caminaba a mi lado mientras nos acercábamos a Hogwarts. Solo faltaban dos días para regresar y sabía que tenía que terminar con ella lo antes posible. El simple pensamiento de no formar parte de su felicidad me hacía sentir maldito. Me había atrapado en el juego que yo mismo había creado.

— Draco —me llamó Leysa acercándose a mí—, ¿me hiciste caso? Las flores del jardín ya están brotando después de que la nieve las ocultara —señaló con emoción.

— Sí, te hice caso —Leysa tomó mi mano y me condujo hacia las flores.

— Son hermosas —observó a su alrededor—. Es una lástima que no haya de estas en Hogwarts. Llevaré una a la chica que conocí en la clase de Criaturas Mágicas.

— ¿Chica? ¿Quién es? —pregunté con curiosidad.

— No tengo idea, se acercó de repente y mencionó algo acerca de criaturas invisibles. Creo que se llama Lovegood.

— ¿La lunática? —ella me miró.

— Luna —dijo—. No seas grosero con ella —sonreí.

— Bueno, Luna —corregí—. ¿Desde cuándo se acercó a ti?

— No lo sé —respondió—. No recuerdo la fecha exacta, solo sé que en algún momento de esa clase se pegó a mí.

Leysa siguió hablando con total normalidad, mientras yo no podía evitar fijarme en las cicatrices en su rostro, que comenzaban a curarse lentamente. A pesar de las heridas, ella seguía siendo hermosa.

— Entonces, ella se acercó a mí para formar equipo porque nadie más la quería. Después, Theodore comenzó a juzgarla, pero al final la aceptó —Leysa continuó hablando.

— Eres la única persona que puede hacer que Theodore cambie de opinión —ella empezó a reír.

— Theodore me dijo lo mismo, pero de ti. Dijo que yo era la única persona que podría hacerte cambiar de opinión.

— Y tiene toda la razón —me acerqué mirándola—. Eres la única persona que tiene ese poder sobre mí.

Leysa interrumpió la cercanía y me abrazó. Ambos disfrutamos del abrazo, como si supiéramos que pronto no podríamos hacerlo. Permanecimos así por un momento.

— Draco —llamó mi padre, haciendo que ella se separara.

— ¿Sí? —dije sin alejarme de ella.

Mi padre pasó su mirada de ella hacia mí y mostró una expresión de desagrado.

— Quiero hablar contigo —asentí y miré a Leysa.

— Está bien, me quedaré aquí un momento y te avisaré si pasa algo.

— Será mejor que vayas a tu habitación —le sugerí, temiendo que se encontrara con Bellatrix.

— No, ella no está aquí. Tu madre me lo aseguró y confío en ella —se acercó y me besó—. Señor Malfoy, amaneció de buen humor —se dirigió a mi padre—. Eso es bueno, amanecer feliz evita las arrugas.

Mi padre se quedó en silencio mientras yo luchaba por contener la risa. Leysa parecía adaptarse a esta nueva vida y era evidente que mi padre no le inspiraba ningún miedo. Lo seguí hasta su oficina y, al entrar, él se giró hacia mí.

— Esa niña y sus modales inexistentes —exclamó mi padre, furioso.

— ¿Para qué vamos a hablar? —pregunté, sentándome en la silla frente a su escritorio.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora