38. La llegada

650 59 3
                                    

L E Y S A   F A R R I N G T O N

Habíamos llegado a nuestro destino. De un momento a otro, aparecimos frente a la imponente mansión. Blaise se colocó a mi lado, esperando que fuera la primera en avanzar.

— Líder, no avanzaremos si usted no lo hace — me recordó Thaddeus, mirándome.

— No me llames así. Ahora somos iguales — respondí, y él asintió. — Creo que hemos regresado a nuestro hogar temporal.

— Nuestro Lord estará contento con las buenas noticias que le traemos — escuché decir a Grimm. — Lysa, ¿estás preparada?

El grupo que había llevado conmigo era nuevo, pero de alguna manera nos habíamos ganado el reconocimiento y el temor de los demás. No me agradaba la idea en absoluto. Nada me agradaba, ni siquiera vivir.

Comencé a caminar y los demás me siguieron. Cuando se abrió la gran puerta de entrada, Bellatrix fue quien me recibió. Su mirada me recorrió de pies a cabeza, sorprendida por mi transformación, pero aún así no se intimidaba ante mi presencia.

— Al fin llegas. Parece que no sabes hacer nada más que ser una bruja inservible — dijo, esperando ver a la Leysa a la que solía temer, la Leysa que yo misma había matado.

— Más respeto, bruja — me acerqué a ella. — No me trates como a los demás. No tienes idea del gran trabajo que he hecho en comparación contigo, pequeña mierda.

Bellatrix estuvo a punto de lanzarme un hechizo, pero las puertas se abrieron, revelando que Voldemort ya estaba presente y solo faltábamos nosotros.

— Leysa Farrington — pronunció, indicándome que me acercara. — Mírenla. Ella ha reclutado a más de diez grupos para unirse a nosotros y ha matado a veinte sangre sucia despreciable. Aplaudan, merece un aplauso.

Sonreí con un aire de falsa superioridad, aunque por dentro estaba ardiendo de deseos de aniquilar a todos los presentes. Voldemort, con su voz siniestra y llena de poder, volvió a dirigirse a mí.

— Estás preparada para recibir la marca —declaró el Señor Oscuro.

— Mi Lord, en relación a eso, tengo que informarle que eso ya no será posible —todos los ojos se posaron en mí—. Es un honor que usted me haya considerado, pero debo revelarle que me casaré.

— ¿Casarte? —exclamó Voldemort, sorprendido.

— Conmigo, mi Lord —intervino Blaise, colocándose a mi lado—. He tenido el privilegio de conocer a Leysa en nuestras misiones y su encanto al torturar a las personas me ha cautivado por completo.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Voldemort. Sus ojos brillaban con malicia mientras procesaba la información.

— Ah, ya veo —murmuró, deleitándose con la idea—. Entonces, esperaremos la primera boda entre dos mortífagos que han realizado un excelente trabajo. Juntos, formarán una familia de sangre pura. La familia Zabini.

Ambos asentimos con satisfacción, regresando a nuestros lugares designados. Esta era una parte crucial del plan. Durante nuestro tiempo fuera, yo sabía que mis días para obtener la marca estaban contados, pero fue mi padre quien me frenó.

Fue el día de la boda de Bill Weasley, me enteré de que mi padre asistiría, pero debíamos asegurarnos de que nadie del grupo sospechara de nuestra presencia allí. Sobretodo, temía que hubiera un ataque en ese lugar. Recuerdo que estábamos al norte de Irlanda.

— Ya veo, quieren tener un momento a solas —dijo Thaddeus con malicia, y los demás mortífagos rieron.

— Lady Farrington es muy traviesa —comentó Grimm con picardía—. Pero ella puede hacer lo que quiera, es nuestra líder. No veo por qué nos preguntas.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora