51. Malfoy Lupin

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L E Y S A   F A R R I N G T O N

Siete años despues

Los años siguieron pasando y, con la llegada de los mellizos, nos vimos obligados a mudarnos a otro lugar. Queríamos asegurarnos de que tuvieran suficiente espacio para crecer y desarrollarse. Además, Teddy estaba entrando en la adolescencia, así que le asignamos una habitación separada de los niños para que pudiera tener su propio espacio.

En cuanto a mi trabajo, comencé a ser reconocida en varios países, lo que me brindó la oportunidad de dar conferencias tanto en mi país como en el extranjero. Draco siempre me acompañaba en estos eventos, ya que eran momentos en los que podíamos disfrutar de estar juntos y tener citas como cuando éramos jóvenes.

Por su parte, Draco también había alcanzado la fama en el campo de la investigación médica, lo que le permitió obtener un mejor puesto en su trabajo. Nuestro éxito profesional nos brindaba la posibilidad de brindarles una buena vida a nuestros hijos. Aunque Teddy ya era mayor, todavía vivía con nosotros. No queríamos que gastara todo el dinero que Remus y Tonks le habían dejado para su futuro. Por eso, Draco se encargaba de educarlo en temas financieros y lo ayudaba a aprender cómo invertir su dinero de manera inteligente.

En cuanto a los abuelos de los mellizos, Narcissa y Lucius, su participación en sus vidas era limitada. A pesar de que las cosas iban bien entre nosotros, Draco no quería que les inculcaran a los niños los estereotipos de sangre que habían prevalecido en su familia. Aunque nos manteníamos en buenos términos con ellos, habíamos decidido criar a nuestros hijos en un ambiente libre de prejuicios y discriminación, donde pudieran ser ellos mismos y aprender a valorar a las personas por su carácter y no por su linaje.

— ¿Teddy, crees que nos irá bien? —preguntó Stella mientras tomaba sus cosas.

Teddy asintió con una sonrisa. "Obviamente, deben tener a alguien reconocido en el castillo para que todos los reciban de buena manera y ese soy yo", respondió, recalcando lo popular que fue en Hogwarts.

Draco, siempre tan impaciente, interrumpió el diálogo. "Vamos, ¿ya están listos?", anunció, instándonos a seguir adelante.

Me acerqué a Draco y Scorpius se aferró a mí en un abrazo. Juntos, aparecimos en el tren, y eché un vistazo a los mellizos. Stella me abrazó con fuerza antes de irse.

— Mamá, prometo enviarte cartas cada mes —aseguró—. Te quiero mucho, mamá.

Sonreí con cariño mientras la miraba. "Yo también te quiero, cariño. Disfruta al máximo y, si necesitas algo, avísame, por favor", le pedí, asintiendo con la cabeza. Luego, Stella se dirigió directamente hacia Draco.

Scorpius me miró con tristeza; el día anterior había llorado porque no quería separarse de nosotros. Se acercó y me envolvió en un abrazo desesperado.

— Estoy seguro de que encontrarás amigos —susurré, tratando de animarlo—. Recuerda ser tú mismo y no trates de ser alguien que no eres, Scorpius.

Nos separamos, pero Scorpius no soltó su agarre. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.

— Te voy a extrañar —dijo con voz temblorosa.

La emoción inundó mi voz cuando respondí: —Yo también te extrañaré—. Le prometí: —Cuando regreses, prepararé tu comida favorita y pasaremos todo el día abrazados, ¿de acuerdo?

Scorpius me miró con anhelo y duda. —¿Me lo prometes, mamá?

—Te lo prometo —aseguré, sintiendo un nudo en la garganta.

Draco me hizo señas, indicando que era hora de que el tren partiera.

Scorpius, intentando contener las lágrimas, me miró. —Te enviaré muchas cartas, por favor, responde a todas —pidió, con una mezcla de esperanza y tristeza en su voz.

—Responderé cada una de ellas —afirmé, tratando de sonar reconfortante—. Ahora, despídete de tu papá, cariño.

Era evidente que la conexión con nuestros hijos era diferente, y no podía evitar reflexionar sobre ello. En cada situación, Stella siempre buscaba a Draco, como si su padre fuera su ancla en medio de la incertidumbre. Por otro lado, Scorpius, a excepción de Teddy, siempre se acercaba a mí en busca de consuelo y guía. 

Observé cómo el reflejo de su padre se manifestaba en Scorpius, desde su cabello rubio hasta sus ojos grises, pero también noté rasgos similares a los míos en su personalidad. Era más introvertido y comprensivo, mostrando una sensibilidad que a menudo me recordaba a mí misma. Sin embargo, de vez en cuando, surgía en él una seguridad única que lo hacía destacar entre la multitud.

En contraste, Stella era físicamente idéntica a mí. Su cabello oscuro enmarcaba su rostro, resaltando su mirada intensa heredada de mi familia. Pero a diferencia de Scorpius, Stella llevaba consigo una parte egocéntrica y segura de sí misma que la recordaba a todos que era una Malfoy, con todo el legado y la reputación que eso implicaba. A veces, esa seguridad rozaba el desafío, y tenía que recordarle la importancia de la humildad y la empatía.

Ambos compartíamos la preocupación y el amor inmenso que sentíamos por nuestros hijos. Sabíamos que debíamos permitirles volar por su cuenta, explorar su propio camino y enfrentar los desafíos que se les presentaran. Aunque no fuera fácil para nosotros, confiábamos en que habíamos dado lo mejor de nosotros para prepararlos. 

— Lloré igual que Scorpius cuando tuve que ir a mi primer año —se acercó Teddy, colocando una mano reconfortante sobre mi hombro. — Pero estarán bien, además, estarán solos por un buen rato —hizo referencia a nosotros dos.

— No empieces, Teddy —respondí, haciendo que una sonrisa se dibujara en su rostro.

— Está bien, guardaré silencio. Tengo que irme, quedé de ayudar a George en la tienda y Victoire estará allí —sonrió—. Regresa de Francia.

— Nos vemos en casa —dije—. Mejor que llegues temprano, te advierto.

— Hermana, ambos sabemos que quieren pasar un largo tiempo a solas tú y tu guapo marido —señaló a Draco.

— Sigues igual que siempre —dijo Draco.

Teddy se despidió con un abrazo, primero a Draco y luego a mí. Cuando se fue, miré a Draco.

— Es mejor que nos vayamos, no creo que el tren vaya a retroceder —sugerí, y él asintió tomando mi mano—. Hoy tengo el día libre, podemos pasar el día arreglando el jardín.

— Podemos hacer eso, también podemos arreglar otras partes de la casa y luego encerrarnos en nuestra habitación —sonrió.

— Te amo —le dije, dándole un corto beso.

— Leysa —me miró fijamente—. Te sigo amando como cuando éramos adolescentes. Con esa intensidad que nunca desaparecerá.

— Qué suerte tengo de tener un hombre que me ama tanto —susurré emocionada.

Él se acercó y tomó mi barbilla, haciendo que nuestros ojos se encontraran directamente.

— Te concederé todo lo que quieras porque me tienes a tus pies, señora Malfoy —dijo con voz seductora antes de volver a unir nuestros labios, recordándome que nuestra vida jamás cambiaría y que, a pesar de todo, siempre lucharíamos por mantener nuestro final feliz.

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𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora