27. Recuperacion [parte I]

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L E Y S A     F A R R I N G T O N

La tranquilidad envolvía mi cuerpo por completo, pero también sentía un hambre voraz. Mis sentidos se despertaban al percibir el delicioso aroma de las galletas recién horneadas que mi madre había preparado. Su fragancia parecía viajar directamente hacia mi habitación.

Anhelaba con impaciencia el momento de poder saciar mi apetito. Me dirigí hacia mi ropero y tomé mi sudadera. El otoño traía consigo un frío que se colaba por todos los rincones. Aquella sudadera amarilla y negra, con un tejón estampado en ella, era un regalo especial de mi madre, que me decía que pertenecía a su casa en Hogwarts.

— ¡Leysa, la comida está lista! —escuché el grito de mi madre resonar por la casa.

Por fin había llegado el momento.

Descendí corriendo hacia el pequeño comedor, ubicado en la cocina. Me lavé las manos rápidamente y me senté, esperando con ansias que me sirvieran el plato. Mi madre se sentó a mi lado y comenzamos a comer. Esta era nuestra rutina, vivir ocultas como si estuviéramos siendo perseguidas.

— Mamá, ¿cuándo podré ir a Hogwarts? Ya tengo doce años y en un mes cumpliré trece, pero sigo aprendiendo en casa —pregunté con la esperanza de obtener una respuesta clara.

— No, por ahora seguirás aprendiendo conmigo. ¿Acaso no soy una buena maestra? —sonrió, intentando tranquilizarme.

— Sí, lo eres, mamá. Pero también quiero conocer a personas de mi edad. Aquí no hay nadie, todo es tan oscuro y solitario.

— Estamos juntas, cariño.

— ¿Por qué no tengo papá? —mi pregunta hizo que mi madre se sintiera incómoda, pero mi inocencia no me permitía percibirlo.

— Es para protegernos, Leysa —me aseguró.

— ¿Él vendrá por nosotras? —pregunté, con la esperanza de encontrar respuestas.

— No lo sé. Tuvimos que separarnos por el bien de ambos. Tal vez pronto lo visite. Nunca tuve la oportunidad de contarle... —sus palabras quedaron suspendidas en el aire, dejando un rastro de tristeza.

— ¿Qué fue lo que causó nuestra separación, mamá? —mi madre me miró, percibiendo mi curiosidad en la pregunta.

— Fue por una profecía, cariño —admitió, aunque en aquel momento yo no comprendía el significado detrás de esas palabras.

Repentinamente, un estruendoso sonido nos hizo detenernos en seco. Mi madre agarró su varita rápidamente y cerró las cortinas de todas las ventanas de la casa. Me miró con una expresión de miedo, pero me hizo señas para que guardara silencio.

— Mami —susurré mientras tomaba su mano temblorosa.

— Vamos, cariño, tenemos que bajar. Estarás más segura allí —asentí obedientemente, siguiéndola en silencio.

Cuando salimos de la cocina, la puerta de entrada se abrió de golpe, revelando la presencia de cuatro hombres encapuchados con máscaras. Mi madre retrocedió lentamente, señalándolos con su varita.

— ¿Qué quieren? —dijo ella, aferrándose firmemente a mi mano.

— No asustemos a la niña —habló uno de ellos—. Ambos sabemos lo que queremos.

— Malfoy, puedo reconocer tu irritante voz a kilómetros de distancia —el hombre comenzó a reír y se quitó la máscara, revelando su rostro—. ¿Qué es lo que quieres?

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora