22. Debilidad

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𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐 𝑴𝒂𝒍𝒇𝒐𝒚

Desde que comenzaron las vacaciones, Leysa ha estado encerrada en su habitación, durmiendo, mientras yo intentaba hacerla comer. Si quería confirmar que había sido maldecida, debía esperar a que Snape viniera a la mansión en la reunión que Voldemort pronto tendría con los mortífagos.

— Hazlos más pequeños —ordené al elfo que preparaba la comida de Leysa—. Y agrega nueces, le gustan mucho.

El elfo obedeció y llenó el plato de frutas con nueces, añadiendo también un pequeño plato de fresas. Mientras lo hacía, recordaba la vez en que subimos al tren; ella estaba tan cansada que se quedó dormida durante todo el trayecto. Esta vez, noté moretones en sus brazos y algunas cicatrices profundas que sanaban lentamente.

— Yo seré quien se lo lleve, encárgate del frasco que te pedí —tomé la bandeja y me dirigí hacia la habitación de Leysa.

A medida que me acercaba, escuché sollozos que provenían de su habitación. Rápidamente me acerqué al notar su puerta entreabierta y fue allí donde vi a Bellatrix sosteniéndola del cuello, mientras su varita apuntaba a sus labios.

— Te ordeno que me digas lo que sabes —le gritó Bellatrix.

— Ya te dije todo lo que sé —lloró, intentando liberarse del agarre que la lastimaba—. Por favor.

— ¡Maldita bruja inservible!

Leysa temblaba mientras las lágrimas caían por su rostro y suplicaba que la dejara. Verla en ese estado hizo que mi sangre hirviera.

Dejé la bandeja en el mueble más cercano y me acerqué a ellas. Sin pensar en las consecuencias, tomé el brazo de Bellatrix con el que apuntaba a Leysa.

— ¡Déjala en paz! —grité esta vez, empujando a Bellatrix y alejándola de Leysa.

Cuando Leysa se liberó del agarre de Bellatrix, se acurrucó en la cama, escondiendo su rostro entre sus piernas y abrazándose a sí misma como una niña pequeña tratando de esconderse.

— Draco —dijo Bellatrix—, querido, ¿cómo puedes mostrar afecto por esta basura?

— ¿Qué haces aquí?

— Esa mocosa me prometió darme información valiosa y, si no puede hacerlo, la obligaré —estuvo a punto de señalarla con su varita, pero me interpuse.

— Ella te dará la información, pero no ahora —dije—. Será mejor que te vayas.

— No, mira, cariño —se acercó a mí—. No lo entiendes, ella está aquí para obedecernos, no para que le tengamos lástima y esté acostada —dijo—. Ahora espera afuera, le daré una lección.

— ¿Y crees que Voldemort te perdonará si ella resulta dañada por esa "lección"? —Bellatrix me miró—. Piénsalo, Voldemort no tolerará que lastimes a una persona importante en sus planes.

— Igual que Narcissa —se alejó—. Más le vale que tenga toda la información antes del veinte, o seré yo quien la castigue con órdenes de mi señor.

Salió azotando la puerta. Rápidamente apunté con mi varita y coloqué una barrera para que nadie pudiera pasar. Había olvidado ponerla esta mañana. Al girarme, Leysa levantó la mirada, aún llena de lágrimas. Me senté en su cama y ella se acercó a mí para abrazarme.

— Gracias por venir —me abrazó con fuerza mientras sentía su cuerpo temblar—. Gracias.

— No te hará daño, lo prometo. Te cuidaré de ella —correspondí su abrazo.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora