𝐡𝐞𝐫𝐞𝐝𝐞𝐫𝐨𝐬.

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𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒊𝒎𝒑𝒆𝒅𝒊𝒓𝒂́ 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒂𝒎𝒆

𝐍𝐀𝐑𝐑𝐀𝐃𝐎𝐑 𝐎𝐌𝐍𝐈𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄

Para la madrugada de "verano" que caía en Manchester nadie pensaría que se avecinaba una tormenta tan fría como la que estaba por desatarse en una casa de un barrio muy cotizado del barrio inglés. Un auto negro encendido esperaba a las afueras de la casa y desde la puerta que se abría salían dos personas. La escena era incomoda para quién la mirará.

— ¡Para Solana! No es para tanto, dale quédate—El chico castaño refunfuñaba mientras se pasaba la mano por la cabeza. Esta situación lo estresaba demasiado, anteriormente tuvo un día entero de estrés que se lo comió vivo y ahora lo remataba con la noticia de que su mejor amiga, que estaba de visita en su casa, decidía irse por una pelea con su novia. Y la noticia no lo hacía muy feliz.

—Perdoname Juli, pero no me puedo quedar acá—Se asomaba una sonrisa triste en los labios de la morocha, era nostálgica. La morocha le dio un abrazo y él suspiro apretando las manos de su amiga, sabía que aunque quisiera encadenarla a la entrada de su casa; la decisión final era de ella.

—Al menos mañana veámonos para comer algo, ¿sí?—Él abría los ojos expectante, quería intentar persuadirla, pero la bocina del auto se escuchó y ella asintió levemente.

—Yo te llamó, me tengo que ir—El perrito, que ya iba dentro del asiento trasero del auto ladró y Solana se subió fijando su mirada en la única persona en Manchester, que probablemente, siempre iba a defenderla.— ¿Y todo bien?—La mirada pícara de él hizo que Solana se riera un poco, pero segundos después el estrés de la situación le recordó que la ansiedad estaba todavía palpitándole en el pecho. Tantas emociones juntas la llevaron a llorar, tenía los ojos tan llenos de lágrimas que en el momento que él chasqueó la lengua para abrazarla, Solana ya estaba llorando—Tranqui, ¿sí? Ahora llegamos a casa, te pegas un baño mientras yo te armo una habitación para vos y Chester así te podés relajar un rato ¿querés?—Él era empático ahora que eran amigos, era tan dulce que parecía estar volviendo a querer cortejarla, pero Solana no se sentía conquistada por Lisandro. Él era su amigo, jamás intentaría algo para conquistarla sabiendo que podría dañar su amistad, o eso creía Solana.

La morocha había llegado al nuevo piso de Lisandro, cerca del estadio Old Trafford. Desde ese piso se podían ver las luces del noroeste de Manchester, el edificio era hermoso y Chester ya se sentía cómodo sentado frente a la ventana viendo como las personas se hacían chiquitas con la altura. Solana se quedó mirando la ciudad junto a su cachorro pensando ¿cómo llegó hasta acá? ¿y por qué siempre estaba él para salvarla? Cuando su cabeza se inundó de preguntas que la sofocaban, lo vio entrar con la valija y las cosas de Chester. Era ternura pura ver a Lisandro siendo tan atento, y en el momento que él dejó las cosas al lado del sillón Solana lo abrazó con fuerza.

Lisandro lo tomó con sorpresa, pero sonrió ampliamente. Mientras que Solana se quedará cerca de él, había una luz que alumbraba por donde sea que Lisandro caminará y eso lo hacía feliz. Tenerla otra vez en sus brazos era por todo lo que rezaba de noche,, lo que siempre esperaba al despertarse y ahora sentía que resurgía de las cenizas de un amor que nunca vio el éxito.

— ¿Y eso?—Jodiéndola Lisandro se alejó un poco de su cara para verla y ella sonrió tan cálida que él sintió ese calor en el pecho.

—Quería darte las gracias por ser mi amigo—Y ahí se fue apagando. La luz que tanto brilló en su rostro se fue apagando, se terminó convirtiendo en una mueca de contento. Este no era el título que quería tener, pero no podía forzar las cosas. Ella tenía que darse cuenta sola que él era su mejor opción.

SATURNO // TERMINADA (enzo fernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora