𝐭𝐞𝐥𝐥 𝐦𝐞 𝐚 𝐥𝐢𝐞.

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𝒊𝒇 𝒉𝒆'𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒔𝒐𝒏 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒍𝒆𝒂𝒗𝒊𝒏𝒈 𝒎𝒆 𝒕𝒐𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕. 𝑺𝒑𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒆 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒌 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒆𝒍𝒍 𝒎𝒆 𝒂 𝒍𝒊𝒆

La noche estaba empezando para Solana, Nicolás llevaba a la morocha por el pasillo de la mansión que se habían alquilado en algún barrio cerrado donde todo el plantel de River estaba festejando el cumpleaños del venezolano.

Solana sonreía y saludaba a toda la gente que tenía alrededor, el maquillaje había ocultado a la perfección sus ojeras era casi como si hubiera estado llorando sin comedor dos días seguidos.

La música era pegadiza, Emilia Mernes sonando de fondo. La casa llena y la gente apretaba cada vez más, había jugadores jóvenes, otros no tanto y un par de personajes importantes conocidos del ambiente del fútbol.

El vestido blanco y corto le sentaba bien a su bronceado. Para nada promovía el no comer, pero haber estado deprimida y sin apetito por dos días con un ataque al hígado y nervios habían hecho que ese vestido le incomodará un poco, parecía que había perdido un poco de tetas y eso la tenía molesta.

—Deja de acomodarte las tetas que hay gente, desubicada—Solana rodó los ojos mientras Nicolás caminaba con ella y dejó los breteles de su vestido un poco más ajustados mientras veía que a lo lejos se acercaba Enzo Pérez.

— ¡Nico, Solana! Pensé que no venían al final.

El ex jugador de River Plate sonrió ampliamente, Solana alzó las cejas pensando que era un tipo con buen porte.

—Qué no vamos a venir—El mayor se rió y abrazo a su amigo cálidamente al igual que Solana.

—Bueno, el cumpleañero anda por ahí. Sí lo ven deséenle feliz cumple, hay para tomar, para comer, para lo que quieran. Disfruten.

Enzo le guiñó el ojo a Nicolás y este asintió mientras miraba a Solana— ¿Querés comer algo?

— ¡Por favor!

—Justo, alguien te esta esperando en la barra mira—Nicolás no podía contener la sorpresa que le tenía a Solana, así que con una sonrisa pícara y señalando con el dedo hizo que los ojos de Solana viajaron por el aire hasta caer en la barra.

— ¿Quién?

Cuando Solana se volteó con incertidumbre y con el ceño fruncido vio al hombre que la había bancado en sus peores momentos. La sonrisa de lado de aquella persona con barba hizo que Solana sintiera un pinchazo en el pecho.

Por un momento todo el mundo desapareció, estaba Rúben en la barra saludándola con una sonrisa pintada y Solana con los ojos llenos de lágrimas corrió hacia, quién podía afirmar hoy en día que era su hogar.

— ¡Meu amor!—Solana escuchó con claridad ese apodo que él le puso cuando empezó a enseñarle portugués.

Solana solo lo abrazaba con fuerza, estaba prendida al pecho de Rúben sosteniéndolo como si supiera que si decía algo podría perderlo o él dejaría de amarla.

Era la primera vez en mucho tiempo que Solana sentía que podía respirar, él le daba ese aliento que necesitaba. Rúben era el huerto fresco al que ella recurría cuando necesitaba desconcertarse y sentirse en su lugar, y le bastó volver a verlo y sentir ese perfume para darse cuenta de que lo extrañaba más de lo que pensaba. Sentía que la punta de sus pies se acalambraba, Rúben era ese hombre que le convenía y era el indicado.

—Amor... ¿por qué lloras? ¿sucedió algo?—Las alarmas de Rúben se encendieron cuando escucharon el respingo de Solana y ella negó con la cabeza mientras se reía de lo tonta que se sentía por llorar otra vez.

SATURNO // TERMINADA (enzo fernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora