C:21

1.1K 190 9
                                        


-¡Venti!

-¡Xiao sostenlo!

En un movimiento tardío, el adeptus tomo en brazos a un ahora aprisionado Barbatos. Al no tener otra opción, Zhongli creó cor lapis para esposar las muñecas del bardo, asi como sus alas pero con más cuidado de no dañarlas. Al perder el movimiento por ese breve momento y caer en las cercanías del pilar, fue capturado por el Yaksha.

La verdad, ni a Xiao o Morax le importaba ser lastimado por Venti aunque este solo hizo ataques de advertencia sin ninguna peligrosidad hacia ellos… pero, las heridas que terminaba auto infringiendo les preocupaba.

Por un momento, el arconte anemo trato de alejarse de Xiao, pero termino en brazos del arconte geo que lo mantuvo preso en sus brazos.

-Xiao, me hare cargo de él ahora. Por favor, ve y busca una cueva lo mejor resguardada del frio y viento, seguramente algunas criaturas vendrán por instinto.

-Sí señor.    

Morax observo como la figuraba de su adeptus atravesaba aquella entrada y luego dirigió la misma al cuerpo de su inquieto amigo. Pequeñas grietas en sus marcas divinas comenzaban a aparecer, extendiéndose lentamente… sus cuerpos eran contenedores los cuales podían morfologías variadas pero a un gran costo de energía.

-Morax, suéltame…maldita sea, estúpido viejo.

-Venti, con un demonio te encuentras mal, no puedes ni liberarte de mí. No te dejare ir a ningún lado, no puedo… la corrosión de consumirá del todo si sigues asi.

Si, el rostro de Venti expresaba temor, pero no solo eso, dolor, enojo, coraje… sentimientos negativos que este casi nunca demostraba.

-Odio… le odio.

-¿A quién odias? Dime, te escuchare, sabes que siempre estoy para escucharte… mi Venti.

Una tras otra, las lágrimas comenzaron a emerger de los violetas ojos de bardo.

-Beelzebu…Baal… ella, ella esta castigando a los mortales. Morax… hay tantas almas dentro mi, están dolidas… estuvieron años, años vagando en esas islas y…aun hay mas… habian tantos niños… mataron muchos niños… me duele, no me gusta.

Si, los sietes arcontes poseían habilidades o en cierto puntos, anhelos o pensamientos específicos.

Morax, además de rey de la roca lo conocían como el rey de los contratos, para él un contrato entre dos personas significaba muchas cosas, pero era una manera de formar lazos y entablar una relación o amistad, incluso una tregua entre naciones.

Baal siempre pensó que la eternidad era la solución para todo, mantener las tradiciones, costumbres y la sangre de Inazuma limpia, con los nativos enfocados en la simple cotidianidad, sin alteraciones, sin molestias, preservar la esencia de uno mismo y de la nación, era la eternidad perfecta, sin ninguna alteración.

Buer no solo protege el Irminsul, se encarga de erradicar la contaminación en este…pero la diosa de la sabiduría  como tal, le gusta el conocimiento… todo aquel que aun no descubría o aquel que comenzaba a emerger, sean en tesis de eruditos o historias que no conocía. La verdad no le importaba si daba n beneficio en sí, pero anhelaba saber todo.

Asi como la justicia que Focalor tanto representaba o dicta, incluso la pasión por el combate de Murata y la frialdad en el amor de Tzarisa con los suyos.

Barbatos no solo era un dios amante del vino y las festividades, la libertad que el mismo expresaba no solo era para mortales o dioses… estaban aquellas almas atrapadas o perdidas, sin un rumbo en sí que en el momento de partir, no lo hicieron. Quizás fue algo que pensó antes de  ser un dios o luego de ello, tal vez el mismo viento en su momento le comenzó a guiar a dichas almas en pena pero tenía la habilidad o quizás el deseo de ayudarles y darles la libertad que en vida jamás tuvieron.

Pero ahora esas mismas almas le tenían en ese estado, la corrosión en Inazuma en las líneas ley y las mismas que mantienen las alamas errantes producían esa carga en el arconte anemo, Morax sabía eso.

-Venti, mirame, debes dejarlas ir, no puedes soportarlo mas.

-No… no es tan fácil, si hago algo mal… podría resultar, debo…debo tomarme el tiempo y hablar con ellas. No me gusta preocupar a nadie… no quería ser una molestia para el maestro Diluc… ni para Jeanne… tampoco para Xiao  o para ti, Zhongli.

-Esta bien, no debes tener eso en la cabeza ahora ¿sí? Sé que debes esforzarte, estaré junto a ti mientras lo haces ¿entendido?

-¿De verdad te quedaras?

-Sí, no me iré de tu lado.

El debilitado cuerpo del dios de la libertad fue resguardado por el dios de los contratos, manteniéndolo seguro y caliente, con su estado actual era fácil que empeorara y en un momento asi, un cálido abrazo era un solución era lo más certero.

• • •


Pov´s Zhongli

Aunque fue duro de convencer, pude enviar a Xiao nuevamente a la posada. Aunque fue a regañadientes, Barbatos tambien influyo para que regresara, prometiendo ir luego de recuperarse. 

Encontró una cueva cómoda donde Venti podría mantenerse al resguardo de la misma tormenta y preservar el fuego para mantenernos cálidos, incluso exploro donde conseguir follaje de los pocos arbustos con vida para tener una especie de nido para que Barbatos descansara… incluso asi, lo mantuve entre mis brazos, era el único lugar donde podía tenerlo a salvo.

No di ningún tipo de excusa a la funeraria y realmente no creo que tengan tanto trabajo, aun asi seguramente Ping podrá enviar una falsa historia para justificar mi repentina desaparición…al menos hasta que este tonto bardo se recupere por completo.

Paulatinamente, dejo ir las almas que resguardaba en su cuerpo: soldados, civiles, adultos y niños. Quienes más rápido partían eran aquellos de mayor edad, agradecían a Barbatos y se marchaban acompañados de la brisa de él. Por otro lado, los de temprana edad, quizás de la edad de Tartaglias, era difícil de explicarles lo sucedido, pues parte de ellos no recordaban como habian perecido. Campo de batalla, enfermedad u otro motivo, no es como si un dios pudiera saber todo incluso si las memorias del viento ayudaban, con este estado de agotamiento y tan inestable, era complicado aun.

Pero note algo, lo que más afectaba a Barbatos eran las almas jovenes, de la verdad de la directora Hu Tao o menos, niños pequeños. Ellos hablaban como si nada, comentando lo que más les gustaba, sea una comida o algún juego, sus familias o amigos… se despedían como una sonrisa y aunque él trataba de hacer lo mismo, solo podía ver las lágrimas que inútilmente podía ocultar.

-Morax…nosotros…

-Barbatos, se lo que quieres decir… lo sé, pero aun siendo dioses, aun cuando fuimos nombrados arcontes por Celestia y reconocidos por lo mortales, no podemos resolverlo todo, no somos seres absolutos y no podemos evitar la muerte de todo el mundo.

-Sé que no lo somos… no será hoy o mañana pero a ambos nos llegara el día de partir. Aun asi eso no es más complaciente, miles de almas partirán antes que las mías… contemplare cientos de despedidas, veré a mis amigos morir mientras mi lira los acompaña, es el precio de ser un dios.

Si, una especie de maldición, vivir hasta el último día de nuestros días y ver partir a nuestros amigos, a quienes consideramos familia o… nuestro amante.

-Cuando ella se fue ¿fue doloroso?

-Aun lo es.

"Susurros del Viento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora