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-A…Aeth-

Sonrojado por la acción del viajero, Xiao estaba a punto de preguntar a que se debía el beso de segundos atrás, pero su pregunta murió en su lengua o más bien, en la del  rubio que nuevamente le habia beso pero más profundo, hasta segundos después apartarse, siendo la única unión de ambos aquel fino hilo de saliva que dejaba en evidencia el beso.

-S-Si hago esto ¿Tu energía karmatica disminuye?

-¿E-Eh? No, no lo sé, no estoy seguro… yo, estoy un poco confundido, espera, déjame, déjame pensar un poco.

Aunque tal pedido parecía estar a punto de ser negado, pues Alatus noto nuevamente a su luz acercarse a él con claras intenciones de un nuevo beso. Para el adeptus, esos labios rosados tenían un sabor mejor al de cualquier platillo que habia probado y la verdad, lo estaban tentando mucho.

-¡Paimon trajo el botiquín de emergencia!

En un rápido movimiento, Xiao termino en la otra esquina de la cabaña, manteniendo una mano contra la pared y cabizbajo, tenía el rostro como un tomate o quizás como un chile, porque tambien sentía calor en toda la cara.

En cambio el viajero se  quedo con una sonrisita en los labios mientras jugaba con un poco de heno entre sus manos. Paimon podía ser un tanque sin fondo, parlanchina, un globo plateado y hasta cómplice en un fraude fiscal, pero no tonta, era visible para el hada que algo habia pasado y sentía la tensión entre ese par, pero como buena amiga y guía, no diría nada, solo se acerco a dejar el botiquín.

-Viajero.

-Eh, Paimon, gracias por todo.

-De nada, la jefa me dijo que podía pedir lo que quisiera para comer y aprovechare, iré primero a comer y te guardare comida ¿Si? Luego iré a la cama si llegas a tardar mucho ayudando a Xiao.

-Cla-Claro Paimon, come cuando quiera, yo aun tengo pescado a la parrilla pero guárdame un poco de postre.

-Esta bien, nos vemos en un rato, hasta luego Xiao.

No espero una respuesta del adeptus y mientras era vigilada desde la orilla por su amigo, la gran guía floto hasta la posada para comer un banquete. Al estar seguro de la llegada de su amiga, Aether regreso a la cabaña y con cuidado cerro la desvencijada puerta de madera, donde Alatus permanecía en la misma posición y la verdad, este esperaba que le rubio fuera con su Paimon de regreso, pero no parecía que sucedería tan pronto.

-Xiao, ven un momento.

-E-Estoy ya bien de mis heridas.

-Xiao, ven ahora.

Ni Xiao se acercaría y ni el viajero dejaría de insistir, por lo cual el ultimo se termino acercando para alejar al peliverde de la esquina y aunque le costó, este permanecía cabizbajo. Pero antes de siquiera reprocharle al adeptus su forma infantil de actual, noto que este tenía algo raro en pantalón que con aquella tela encima resaltaba más.

-Xiao…

-Me debo ir, te-tengo que hacer algo.

-Yo lo hare por ti.

-¿Eh?


- Te veré más tarde, Zhongli.

-Hasta pronto, Venti.

La muestras de cariño en público no era algo que ambos manejaban pero antes de abrir la puerta para recibir a la rubia protectora del bardo, se habian dado un par de besos de despedida.

Si, como habia dicho el arconte anemo, Jean pasó en busca del dragoncito geo para acompañarlo a la biblioteca de sede de Favonius.  No pasaría por desapercibido que la gran maestra caminara tanta distancia acompañada de un hombre desconocido para la nación del viento pero alguna cosa inventaría la astuta mujer.

"Susurros del Viento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora