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La estrellada noche, tanto para los arcontes como los mortales, avanzo tranquilamente. Una obra teatral que cautivo a todos, un cuento tradicional de Liyue con ciertos cambios que agradaron a todos y les mantuvo atentos a la misma.

La bebida emblemática de Mondstadt fue casi el centro de la charla en varias mesas, como asi en joven hombre de la familia Ragnvindr por el cual varias damas estaban interesadas o los padres de estas, al fin y al cabo, era un noble de la nación vecina.

Pero quizás el más famoso o al menos por el cual tuvieron interés e incertidumbre, fue el diplomático de Favonius. Un joven muy atractivo, educado y reservado a la vista, pero amigable a la primera charla. Su largo cabello, su piel tan blanca y el tatuaje que por momentos se podía apreciar en el muslo izquierdo de este por su elegante y un tanto corta  vestimenta, tenía en la intriga a más de uno en la cena.

Algo que claramente al primer adeptus no le agradaba en lo más mínimos, por lo cual, en un momento de distracción por parte del resto de la mesa, se retiro de la mesa llevándose al diplomático y aunque el pelirrojo notara tal acción, simplemente no intervino, pues estar en medio de dos tontos con conflictos sentimentales no era algo que quisiera estar presenciando.

Hasta la orilla más apartada de la cámara y con menor iluminación arrastró a Barbatos, que tardo en reaccionar.

-¿Qué rayos sucede, Morax?

-Eso digo yo ¿Qué haces aquí? No estás en la condiciones para salir de tu nación y menos modificando tu forma física.

Venti comprendía la preocupación de Morax, pero la forma de expresarlo era casi como un regaño demasiado excesivo y hasta torpe.

-Zhong-

-Si sucede lo mismo y no puedo estar ahí para ayudarte ¿Qué pasaría? ¿Qué haría tu nación si algo malo te sucede? ... ¿Qué haría yo si algo te pasa, Barbatos?

Las manos de Morax ejercieron un poco más de presión sobre las de Barbatos, no le gustaba para nada lo irresponsable que este era sobre si mismo ¿realmente comprendía lo descuidado que eran sus acciones? ¿No tomaba en cuenta los sentimientos del resto?

-Lo sé, estoy consciente de ello y con los años llegara mi momento de abandonar para siempre el nombre de Barbatos, asi como la forma física que protege mi alma… a diferencia tuya, mi cuerpo físico es un contenedor creado en Celestia para asi aceptar mi titulo de dios del viento.

Sabía bien sobre ello, incluso el mismo Morax tuvo cambios en su cuerpo pero no consideraba al arconte anemo o su cuerpo físico como un contenedor.

-Cuando ellos regresen y necesiten recuperar el poder que tuvieron antes ¿Crees que estaré libre de sus mano? No, no es asi y tampoco me enfrentare a ese destino, pues su moneda de cambio es Mondstadt, no dudaran en eliminarlos con tal de llegar a mí.

-Ellos tampoco dejaran que el fundador y su dios sea eliminado asi como si nada… mucho menos yo, conmigo es suficiente para mantener a salvo.

-Calmate, Zhongli, especular sobre Celestia y el futuro, no nos hace bien y parece que sobre todo a ti en estos momentos, vamos… es una noche llena de música y bebida, para que lamentos y futuras peleas lo estropeen.

Morax, que aun mantenía en su cabeza la cuestión de la seguridad de Venti, fue llevado por el mismo de la mano hasta una mesa vacía, donde tomaron asiento junto y presenciar el espectáculo actual.

Aunque la intención del diplomático era que ambos disfrutaran de la obra, solo él lo hacía ya que Zhongli tenía la mirada en su persona. A ojos de Morax, el arconte anemo disfrutaba de placeres tan comunes como una canción o un buen vino, incluso las adoradas manzanas que no dejaba de comer y eso le dejaba en claro el ser puro que era, la única ambición que poseía era la protección de su nación.

Tal vez por su pensamiento inmenso en su acompañante y amigo, el cuerpo de Morax se movió en automático tomando a un distraído Venti del rostro y aunque esté quedo confundido por la acción del rey geo asumió que este le haría algún tipo de reclamo pero jamás espero un beso.

Las rosadas mejillas de Barbatos se pusieron aun mas rojas y no era por el alcohol, Zhongli tardo un par de milisegundos en notar su proceder y observar al ojiesmeralda.

Si, el gran Morax habia besado a Barbatos… tomo el primer beso del dios del viento.

• • •

Pov´s Zhongli

-Sr. Diluc ¿Realmente no desea que le acompañe?

-No, se lo agradezco, quiero regresar para descansar ya que es tarde y asi él se recupera, ha sido… un día lleno de emociones para él.

Barbatos estaba hecho bolita en brazos de ese mortal, usaba la chaqueta de esté para mantener su rostro y cuerpo tembloroso escondido, fingiendo estar dormido.

-Tiene razón, por favor si algo sucede no dude en acudir al ministerio o con un soldado de la geoarmada, el Sr. Blizzard podría tener algún tipo de resfrió o algún tipo de brote de estrés y necesitarían a un doctor.

-Agradezco su consejo, entonces tengan una buena noche y repito mi agradecimiento por la velada, tambien por él. Con su permiso.

Tras despedirse, se retiro siendo escoltado por un guardia hacia las escaleras, donde se detuvo por un momento para saludar a alguien… ¿Qué hacia Ping a estas horas aun? Pero ¿Cómo le conocía ese mortal? O ¿Fue Barbatos? No, que no diga nada y menos a ella.

-Sr. Zhongli parece un poco intranquilo ¿Desea un escolta para que le acompañe a su hogar?

-Es muy amable Srta. Ningguang pero declinare tal ofrecimiento, agradezco la hermosa cena y su invitación, tenga una buena noche.

Aunque percibí que deseaba que estuviera más tiempo, no podía permanecer más en ese lugar y menos si Ping podría hacerme un gran cuestionario. Avance lo mas rápido por las escaleras mientras estaba de espalda concentrada en los lirios de cristal para evitarle.

-Que mal amigo por no despedirte, te estaré esperando en unos minutos donde siempre.

No habia bajado ni cinco escalones cuando me reprendió, suspire para luego responder un “si” a su dicho, para nuevamente seguir con mi camino. Dirigí mi vista hacia el estaque que habia a los pies de las escalaras y ver la silueta de Venti en brazos de ese mortal.

-Sus labios…son dulces.

"Susurros del Viento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora