CAPÍTULO 41

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Martes 15 de abril

Elizabeth me ha embrujado. Estoy en mucho más peligro aquí que en el condado de Hertford. Allá, tenia a su familia constantemente enfrente mio recordándome cuán imposible seria una unión entre nosotros. Aquí, sólo está ella. Su viveza, su alegría, su buen humor, todo me tienta a abandonar mi auto-resistencia y declararme; pero no debo hacerlo. Tengo que considerar otras cosas aparte de mi. Tengo a mi hermana. Exponer a Georgiana a la vulgaridad de la señora Bennet sería un acto de crueldad que mi devoción de hermano no puede permitir. Y presentarle a Georgiana, como hermanas, a Mary, Kitty y Lydia Bennet sería repulsivo.

Tener la influencia de ellas, forzarla a estar en su compañía porque no podría ser de otra forma si Elizabeth fuera mi esposa- sería imperdonable. Peor aún. Ella estaría forzada a oír de George Wickham. Quien es el favorito de las muchachas menores. No. No puedo hacerlo. No lo haré. Debo, por lo tanto, tener cuidado de que no se me escape una palabra en compañía de Elizabeth.

No debo dejarle saber lo que siento. Ella ya sospecha de mi inclinación estoy seguro. De hecho, por su naturaleza vivaz ella me ha alentado, y sin duda estará esperando que le hable. Si se casara conmigo dejaría su esfera y se elevaría a la mía. Se uniría en matrimonio con un hombre de carácter superior y de mundo, y sería la señora de Pemberley. Un hombre de mi carácter y reputación, riqueza y posición, tentaría a cualquier mujer. Pero nunca podrá ser.

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