CAPÍTULO 52

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Martes 8 de julio

Regrese a Pemberley hoy, ya que quería darle a la señora Reynolds la noticia de mi próxima visita, y dejarle saber cuántos invitados estaría trayendo. Podría haberle escrito, pero nuestra conversación de anoche me llenó de ganas de volver a ver mi casa. Mientras volvía por el pabellón y cabalgaba por el parque, no pude evitar pensar: "Aquí pude haber traído a Elizabeth". Cabalgué por el bosque, siguiendo el sendero que subía hasta la cima. Detuve a mi caballo y
dejé que mi mirada se posara sobre la casa de Pemberley, a lo lejos del valle. Mi mirada recorrió
toda la casa, sus piedras suaves brillando a la luz del sol; la corriente del arroyo frente a ellas; y las montañas boscosas por detrás.

De todo esto Elizabeth pudo haber sido dueña. Pero ella había rechazado mi mano. No había permitido que ninguna consideración de posición o riqueza la influenciara, y la honro por eso. No conozco a ninguna otra mujer que hubiese actuado de esa manera. Senti de nuevo toda la pena y la miseria de haberla perdido.

Continué, bajando la colina y cruzando el puente antes de llegar a la puerta. Mientras desmontaba, y me detenía frente a la casa, me di cuenta de cuánto la hubiera valorado como mi esposa; como su viveza de espíritu hubiera suavizado el mío, y su falta de orgullo impropio hubiera moderado el mío. Fui adentro. Encontré la casa bien cuidada, y la señora Reynolds estaba complacida de saber que estaría visitando el lugar con un grupo de amigos en Agosto.

"Será bueno ver a la señorita Georgiana de nuevo, Señor".
"Ella está ansiosa por estar aquí. Extraña Pemberley".

Si Elizabeth hubiera aceptado mi mano, Georgiana estaría viviendo aquí de nuevo, no sola, sino con su familia. Ella y Elizabeth hubieran sido hermanas... pero no debo torturarme. Fuí a cabalgar por la finca con Jonhnson, y vi las reparaciones que le había encargado. Él rinde bien a la propiedad, y estoy complacido de tenerlo.

Cuando regresé a la casa, la señora Reynolds había hecho un plan para la disposición de las habitaciones, dejándoles a Bingley y a sus hermanas sus sitios usuales. Ellos se quedarán conmigo cuando regrese. También había hecho una selección de menús. Le di mi aprobación, y pasé la tarde discutiendo con ella algunos cambios que me gustaría ver en el ala este, antes de retirarme a la cama.

 Le di mi aprobación, y pasé la tarde discutiendo con ella algunos cambios que me gustaría ver en el ala este, antes de retirarme a la cama

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Viernes 18 de julio

Regresé a la ciudad, y pienso terminar todos mis negocios antes de pasar el resto del verano en Pemberley.

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