📚Chef📚

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— ¡Hermanita! ¡Necesito tu ayuda!

Esa fue la palabra que desató el caos a mi hermoso sábado.

— ¿Se puede saber que hago aquí? ¿Un puto sábado? ¡¿A las 8 de la mañana?! —Me quejo entrando al restaurante y sentándome en una de las mesas con un claro signo de molestia sobre mi frente.

— Tengo una cita en una hora y necesito que alguien cuide el restaurante por hoy —explica dejándome el gorro de chef sobre mis brazos.

— Solo dame una buena razón para hacer esto y no regresar a mi calentita cama para seguir durmiendo —pido molesta y Harry se acerca a mí depositando un beso en mi frente.

— Porque me amas —menciona y suelto un bufido poniéndome de pie y colocándome el maldito gorro.

— Me debes un favor —aclaro y me lanza un beso mientras lo veo irse.

Harry es el chef del restaurante de la familia durante los fines de semana el cual lo dirige mi tía Megan, y claro, ¿como no? Yo soy su suplente cuando tiene una cita.

Lo odio.

— Buenos días —saludé al entrar a la cocina y ver al equipo llegando—. Hoy seré su chef, por favor, trabajemos juntos y demos lo mejor de nosotros en este día, ¿de acuerdo?

— ¡Si chef! —respondieron al unísono con una sonrisa y yo les correspondí.

(...)

— ¡A la sopa le falta sal! —avisé.

— ¡Yo voy chef! —aclaró uno de los cocineros.

Camino entre el personal.

— Corta más fino la ensalada —requiero.

— ¡Si chef!

La noche había caído y yo estaba super estresada. Los fines de semana eran muy cargados y difíciles.

— ¿Como van? —escucho la voz de mi tía y volteo hacia ella.

— Marcos, encárgate por un momento —aviso y obtengo la afirmación del subchef.

Me acerco a mi tía y ella me sonríe.

— Estás haciendo un buen trabajo mi hada, sigue así.

— Es agotador —admito.

Mi tía nos inculcó en el arte culinario a mi hermano y a mí desde muy pequeños. Ambos podríamos llevar un restaurante sin ningún problema, y en parte, admito que me encanta estar en este lugar.

Mi tía es una mujer joven de treinta y cinco años, su cabello es rubio y sus ojos son verdes al igual que los de mi padre.

— Harry siempre te convence, ¿verdad? —dice divertida.

Me encojo de hombros.

— Sabe que lo amo y se aprovecha de ello.

— Se nota —Me guiña un ojo—. ¿Alguna novedad con Mark?

Casi quiero vomitar al oír el nombre del desgraciado.

— Si, que es un gilipollas, me traicionó.

— ¡¿Qué?! —Se exalta—. Dime que lo dejaste sin hijos, porque si no lo hiciste lo hago yo —asegura recogiendo las mangas de su camisa—. Lo haré sufrir hasta que suplique —puedo ver el fuego en sus ojos y sé que es muy capaz de ir y quebrarle aunque sea una costilla.

Amo a mi violenta familia.

— Tranquila, ya me he ocupado yo —intento calmarla y suspira, apelando a su poca paciencia.

La Reina de los AraxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora