— Izak, tus hermanos... —jadeo cuando comienza a mover sus dedos dentro y fuera de mí.
— Ellos estarán bien —Su voz se escucha más grave. Lame mi cuello y su cálida lengua llega a mi oído, erizando mi piel—. Ya lo hemos hablado, mi Luna, te tendremos por separado hasta que te sientas lo suficientemente lista como para tenernos a los tres.
Su erección en mi trasero me desconcentra, quiero esto, definitivamente lo quiero.
— ¿Entonces está bien? —pregunto en un susurro.
Sus manos se separan de mi intimidad, causándome un gruñido de frustración. Por el rabillo del ojo noto como lleva los dedos con los que se encargaba de darme placer a la boca y los lame, un calor se extiende por todo mi cuerpo, haciéndome sentir aquel lado morboso característico de mis más obsenos pensamientos hacia ellos.
— Todo lo que ocurra de ahora en adelante será concecuencia del límite que quieras implantar —explicó y de la nada se separó de mí, lo suficiente para hacerme consciente de su cercanía y a la vez de su falta—. Entonces, ¿cuál es mi límite, Hope?
— Hazlo —moví mi cuerpo hacia atrás, haciendo chocar nuevamente mi espalda contra su pecho—. No quiero límites.
— Como desees, Reina mía.
Sus manos sujetaron mi cadera, frotando su erección contra mi trasero, guió su miembro entre mis piernas, frotandolo un poco con mi intimidad. Me removí inquieta, lo necesitaba.
— Izak, deja de jugar —Me quejo.
— Yo solo sigo órdenes, mi Reina —aclaró contra mi hombro.
— ¡Te quiero dentro de mí, joder! —exclamé en un tono bajo pero demandante y sentí su sonrisa sobre mi piel.
Me volteó y cargó, haciendo que mis piernas se aferraran a su torso y me penetró de una sola embestida, haciendo que de mis labios se escapara su nombre de una forma poco descente.
— ¿Debería ser rápido? Mis hermanos deben estar esperándonos.
— Solo muévete —exigí y la primera estocada la recibí con un jadeo.
Me aferré a sus hombros mientras sus labios me deboraban en un intento de acallar los sonidos de mi boca. Las baldosas frías de la pared del baño hacían un contraste con lo caliente de mi espalda mientras los sonidos de nuestras pieles chocar se perdían entre el sonido de la ducha.
Su respiración agitada golpea contra mi cuello cuando todo mi cuerpo se tensa y me separo de su boca, llegando al tan deseado orgasmo.
— ¿Puedo correrme dentro de ti? —pide sobre la piel de mi cuello para luego dejar una mordida.
— Hazlo.
Tres embestidas más y él se libera, llenándome por completo, gimo ante la sensación y busco sus labios, uniéndonos en un beso.
« Gracias a Dios nunca dejé de ponerme la vacuna anticonceptiva, se sintió tan bien. »
— Deberíamos salir —menciona y besa mi frente, haciéndome sentir cálida. Solo asiento con mi cabeza—. Te prometo que la próxima vez nos tomaremos nuestro tiempo, Reina mía.
Siento mis mejillas colorearse y golpeo su pecho en protesta, causando su risa.
— Salgamos —digo saliendo de la ducha y envuelvo mi cuerpo en una toalla.
— No te molestes —Izak se abraza a mi cuerpo y deja un pequeño beso en mi cuello.
Suelto un suspiro.
— No estoy molesta, solo...algo avergonzada —admito.
— ¿Vergüenza? —murmura cerca de mi oído y lame mi lóbulo, haciendo que un escalofrío recorra mi piel—. No debes sentir vergüenza por querer disfrutar con tu pareja, aunque admito que me encanta ver tu rostro sonrojado.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...