Pov Efren
Han pasado cinco días desde que mis hermanos y yo estuvimos los tres con Hope y debo admitir que no puedo estar más satisfecho.
Mi hermosa Bebé es sin duda la sumisa que he esperado toda mi jodida vida. ¿Como una preciosura como ella pudo pasar desapercibida durante tantos años?
Desde que estuvimos juntos los cuatro decidimos que dormiríamos con Hope. Cada uno tendría un día a solas con ella en su casa, dos días la pasaría nuestra novia junto a los tres en la nuestra y tendría dos días libres (si así lo quería) para su espacio personal.
Hope estuvo de acuerdo con este calendario y en parte es una manera para que no se sienta abrumada por nosotros, tener a tres hombres que quieran follarla durante las 24 horas del día no debe ser cosa fácil.
Hoy por suerte me toca mi noche con mi chica. Solo quiero llegar a casa y enterrarne entre sus piernas para escuchar su dulce voz gimiendo mi nombre.
— Señor, ¡Señor Arax! —levanto mi vista viendo a uno de mis alumnos—. ¿Podría explicarme la pregunta tres?
— Si, por supuesto —aseguro recomponiendo mi mente de la mujer que me tiene vuelto loco.
Abro el libro y mientras busco la página observo hacia mi novia. Está sentada en los primeros asientos y me observa con una sonrisa burlesca.
Ella sabe lo que causa, y le gusta.
Por un segundo bajo mi vista a sus piernas y ella las abre, trago en seco y carraspeo mi garganta, acomodando disimuladamente el bulto bajo mis pantalones e intentando centrarme en el libro.
— Señor Arax, ¿se siente bien? —Una voz femenina pregunta y solo asiento con mi cabeza—. Señor, debe tener fiebre —advierte la estudiante.
Y me averguenzo más porque sé que debo estar rojo y no precisamente de la vergüenza.
— No se preocupen, continuemos la clase —digo neutro, intentando con todas mis fuerzas guardar la compostura.
(...)
El dichoso timbre por fin hace presencia, indicando el fin de mi clase y el comienzo del receso.
— La clase ha terminado por hoy, recuerden la tarea para el viernes —indico.
Los alumnos poco a poco despejan el área y antes de que algunos se vayan pronuncio con voz calma.
— Dairo y Allan, pasen por aquí antes de irse —pido.
Ambos se acercan a mí y primero converso con Dairo, uno de los chicos de la clase, sobre sus bajas notas y los puntos en los que debe estudiar más. Por suspuesto, esto como distracción, esperando a que el salón se vacíe.
Cuando todos se han marchado termino con él y se va, cerrando las puertas tras de sí.
Dejándome a solas con la perversa mujer ante mí.
— Bueno, yo creo que... —comenta nerviosa y mi mirada sobre ella hace que sus palabras se pierdan.
— Eres una niña muy mala, ¿verdad?
Me pongo de pie y su vista cae instantáneamente en donde se marca mi miembro bajo la tela de mi pantalón. Paso a su lado y cierro la puerta con seguro.
— No sé por que piensa algo así, Señor —comenta y muerdo mi labio inferior, regresando hacia ella.
— ¿No lo sabes? —cuestiono.
Al ir avanzando da unos pasos atrás, chocando con el escritorio en el que antes he estado sentado.
Sujeto su mano y la llevo a mi miembro, ella lo toma entre su mano, sintiendo el grosor de mi erección y sus pupilas se dilatan.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...