📚Doctor Arax📚

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Pov Hope

Miro a Karol, se encuentra en aquella camilla con unas intravenosas colocadas en sus manos que la conectan al suero.

Doy un largo suspiro mientras tomos su mano derecha entre las mías y mis lágrimas se aglomeran en mis ojos.

— Lo siento tanto —susurro y recuesto mi frente en el dorso de su mano—. De verdad, lo siento tanto.

— ¿De qué te disculpas? —escucho su voz débil y levanto mi vista, tiene sus ojos abiertos y me observa con cariño—. Gracias por haber ido a salvarme.

— Karol —Mis lágrimas salen sin mi permiso y la abrazo, ella acaricia mi pelo con calma mientras me deja desahogar.

— Tranquila cariño, no fue tu culpa —asegura.

— Si lo fue, si hubiese llegado antes tú...tú no...

— Estaré bien, recuerda que soy la puta ama —sigue acariciando mi cabello y yo muerdo mi labio inferior en medio de un sollozo.

Porque sé que no está bien, sé lo que puede causar una situación así...porque yo también he estado en su lugar.

En el lugar de muchas mujeres que fueron utilizadas y abandonas, en el lugar que nunca debió corresponder a nadie.

No puedo ni siquiera comparar nuestras situaciones, porque ella lo ha pasado peor.

Debí haber llegado a tiempo.

(...)

Ha pasado una semana. Una semana sin los hermanos Arax.

Miro a mi padre entrar a la oficina en la que resido cuando trabajo en la empresa. Lo observo y él se sienta en la silla que está frente a mi escritorio.

— ¿Pasa algo papá? —cuestiono.

Christofer Allan, el CEO de ASAllianse, la empresa de seguridad más prestigiosa de Europa, alias: mi padre, se halla frente a mí con esa mirada que conozco bien:.
"Tú me ocultas algo y lo sé".

Sonrío lo más genuinamente que puedo y su mirada empeora.

Se inclina hacia adelante, colocando sus codos sobre la mesa y su rostro en sus manos, tapando su boca, adquiriendo su "perfil misterioso", como él lo llama.

« Estoy jodida. »

— Has pasado estos últimos días sin ir a la universidad, solo cuidas a Karol y luego regresas al trabajo hasta tade en la noche, sé que estamos en invierno pero no es tu costumbre usar tanto blusas de manga larga. ¿Me lo vas a decir o debo averiguarlo por mí mismo? —pregunta y lo miro confundida.

— No sé de que hablas.

Él suelta un largo suspiro y se pone de pie, camina hasta rodear el escritorio y tiende una mano hacia mí.

— Dame tu brazo —ordena.

— Papá —advierto.

— Dije que me dieras tu maldito brazo —Me estremezco ante lo autoritaria de su voz.

Mi padre nunca me habla de esta forma, ese es el tono que utiliza con sus empleados o en las juntas. Conmigo es cariñoso y amable, pero cuando se enoja no es para nada divertido.

Christofer es el ejemplo de hombre que montado en sus cuarenta se sigue viendo tan apetecible como en sus veinte.

Porque si, soy su hija, pero hasta yo lo admito, mi padre es de los hombres que tienen sobre su frente la frase: "Soy como el vino, mientras más viejo mejor sabor".

Es alto, tiene buena musculatura gracias a que debe mantener su físico por el trabajo, su cabello es canoso pero eso solo remarca el perfil de su rostro masculino.

La Reina de los AraxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora