— Llegamos —comento abriendo la puerta de mi departamento.
Echo una ojeada a la estancia, no hay señales de vida inteligente..., ni de Karol tampoco.
Bien, se puede pasar.
— ¿En serio nos dejarás dormir hoy en tu casa conejita? —Jace me mira con sospecha.
— Venga, no haré nada indecente, lo juro —llevé mi mano derecha al pecho en símbolo de promesa.
— No es eso lo que me preocupa —rascó su nuca nervioso.
— Tu apartamento es increíble —comentó Izak curioseando en los estantes donde hay varios discos con mis pelis favoritas.
— Huele a ti —observo a Efren quien me ofrece una ligera sonrisa antes de repasar la estancia con su mirada.
Efren no suele sonreír mucho, me encanta que lo haga conmigo.
— No es tan grande como su casa, pero espero les sea cómoda —dejo mis cosas sobre la mesa—. Siéntanse como en casa.
Avanzo hasta mi habitación y saco de mi closet una caja donde guardo ropa masculina, tomo tres pares de pijamas y salgo a la sala para encontrar a Jace cambiando los canales de TV desde el sofá, Efren estaba sentado en el balcón leyendo un libro que de seguro dejé por algún lado e Izak saqueaba mi refri.
— Pueden usar el baño principal —aviso y llego a cada uno dejándoles un pijama—. Pediré a domicilio y después podemos dormir.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, por puro instinto de supervivencia, y deparo en las peligrosas miradas que se posan en mi persona por aquellos tres pares de ojos zafiros.
— Bombón —Efren deja el libro a un lado y se acerca a mí, despacio, hasta detenerse a solo centímetros de mí, ahogando mi respiración con su presencia. Acaricia mi nuca y trago en seco, subiendo mi mirada a la suya—. Dime algo, ¿de quién es esta ropa?
— Amm, yo...
— ¿Por qué tienes ropas de hombre en tu casa? —Izak susurra a mi oído desde tras de mí y me estremesco al verme encerrada entre ambos cuerpos.
— Habla rápido pequeña —exige Jace desde el sofá, observándome de manera seria.
— Son de mi hermano y mi padre —Por fin logro gesticular las palabras—. Yo las compro para cuando vienen de visita y...
— ¿Deberíamos traer también? —pregunta Izak, dejando un pequeño beso en mi cuello.
— Bueno... —bajo mi vista al suelo, intentando tranquilizar todas las reacciones de mi cuerpo ante ellos—, eso...no sería malo...supongo.
— Mírame —La voz autoritaria de Efren me estremece, haciendo que automáticamente cumpla.
Y lo que veo es una llamarada de fuego azul que me consume.
« ¡¡Esto se va a descontrolar!! »
— Yo...debo ir a pedir la cena y... —intento justificarme, nerviosa por el ambiente, y ellos parecen entenderlo.
Tanto Efren como Izak se apartan de mí y se dirigen a Jace, los tres conversan como si nada hubiese pasado y yo suspiro aliviada por ello.
Voy al teléfono de la cocina y pido a un restaurante cercano, ensalada, carne, sopa, arroz y postre, suficiente para cuatro personas. Luego de pedir regreso a la sala donde solo están Jace, así que supongo que el resto se esté bañando.
Voy a mi habitación y cierro la puerta, tomando mi toalla y entro al baño, saco mi ropa de mi cuerpo y abro la cortina de la ducha.
Solo para que comience a darme un infarto al ver a un Izak, desnudo, mojado y totalmente apetitoso.
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La Reina de los Arax
Novela Juvenil¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...