— Te cuidas mucho estrella, ¿de acuerdo?
— Sí pa —aseguro por tal vez quinta vez en lo que va de conversación mientras termino de maquillarme frente al espejo de la habitación del hotel en el cual nos hallábamos mis tres hombres y yo.
— Es que me siento nervioso —admite al otro lado de la línea—. Tengo el presentimiento de que algo va a pasar, y sabes que cuando yo presiento algo...
— Siempre sucede —culmino por él y observo mi reflejo en el espejo.
No dudo de las palabras de mi padre por dos sencillos motivos: la vida me ha enseñado que el ojo de loco de mi padre no se equivoca, y lamentablemente yo saqué ese don y desde la mañana me he sentido inquieta con respecto a la gala.
— Está bien, mejor no te sigo preocupando, debo entrar a una reunión, diviértete en la gala hija —desea.
— Hasta luego papá, te amo —Me despido.
— Ya basta, voy a vomitar arcoiris —Se burla y mantiene el silencio por un par de segundos hasta que escucho de nuevo su voz—. Te amo, hija —murmura y cuelga.
Suelto un largo suspiro, dejando a un lado mi teléfono y tomando aquel vestido diseñado exclusivamente para mí. Lo coloco sobre mi cuerpo cuando a través del espejo veo a Izak ingresar a la habitación, vestido pulcramente con un traje blanco y la corbata de color gris, su cabello peinado hacia atrás, como usualmente lo llevaba a los juicios.
Me sonríe y se acerca a mi espalda, besa mi cuello y luego mi hombro descubierto por la tela a medida que me ayuda a subir la cremallera trasera del vestido. Al finalizar su cometido sus manos rodean mi torso, pegando mi espalda a su pecho con posesividad y doy un pequeño brinco al sentir su erección en mi cadera.
— ¡Izak! —chillo avergonzada y noto la malvada sonrisa que se posa en sus labios.
— Te ves hermosa mi Luna —murmura, como un secreto que debería quedar entre dos.
El vestido es de un azul oscuro y brillante, tiene un escote delantero en forma de corazón que se ajusta generosamente a mis pechos, haciéndolos destacar, bajo el busto unos vuelos se extienden por todo el torso que hace sobresalir cada una de mis curvas.
El vestido llega casi hasta el suelo, dejando una apertura en la pierna, mostrando mi muslo al caminar. Sin duda Paola es una excelente diseñadora, modista y costurera. La ropa que me ha hecho está destinada a hacer resaltar cada uno de mis atributos, incluyendo el color el cual hace destacar el color de mis ojos y mi cabello el cual va recogido en una rosca alta, dejando que algunos mechones rebeldes caigan en rizos a los costados de mi rostro
— Paola hizo un gran trabajo —admito.
— No, tú eres el gran trabajo, mi Reina, el vestido es solo un caparazón, eres tú quien lo hace lucir de una manera tan hermosa.
Hacemos silencio por unos momentos en los que Izak se ocupa de solo abrazarme, y cuanto agradezco su compañía.
— ¿Tus hermanos están listos? —pregunto.
— ¿Tú estás lista?
— Por supuesto, solo faltan mis zapatos —Le indico y su mirada se vuelve seria, haciéndome tragar en seco.
— Me refiero a si estás lista para lo que significa esta noche —aclara—. Estás tensa, si no estás preparada lo entendemos.
Sonrío ante esto, porque los hermanos Arax siempre velarán primero por mi seguridad, bienestar y comodidad antes de sus propios intereses.
— Estoy preparada —digo determinada y su mirada se cruza con la mía en el reflejo del espejo.
— ¿En serio? —cuestiona y su mano derecha se escurre por la abertura de aquel vestido—. Entonces mi misión será quitarte el nerviosismo antes de que salgas por esa puerta.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...