Pov Izak
Y allí estábamos, tres monstruos, pidiendo por la misericordia de una Diosa que podría destruirnos con solo sus palabras.
Lo teníamos consciente, nosotros nos entregamos a su voluntad, y mientras la abrazaba desde su espalda pedí por mis hermanos y por mí.
— Por favor, no nos odies. No nos alejes, solo quédate a nuestro lado, nos encargaremos del resto.
— ¿Odiarlos? —cuestionó e hizo silencio, unos segundos en que los tres temblamos ante lo que diría. Ella solo soltó una pequeña risa y sentí como su cuerpo se relajó, descansando su peso en mi pecho y recargó su cabeza en mi hombro—. No puedo odiarlos —susurró.
Ante su respuesta toda la tensión se fue de nuestros cuerpos. Besé su cabello y aspiré su olor a vainilla, tan delicioso.
— ¿Estás bien, conejita? —cuestionó Jace para mayor seguridad y ella le sonrió.
— Si, solo...ver eso fue muy impactante, pero el pensar que ya no tendré que temerle es...todo un alivio.
Los tres sonreímos triunfantes, con la conciencia limpia por haber eliminado a aquel demonio que atormentaba a nuestra Reina, por sentir la satisfacción de su sangre aun en nuestras manos.
Tal vez otra chica hubiese huído de nosotros. De hecho, lo más acertado hubiese sido hacerlo, pero no, ahí estaba Hope, abrigada y cómoda entre la calidez que rozaba lo enfermo de los tres hombres que serían capaces de destruir el mundo por ella.
Tal vez el mayor psicópata entre nosotros realmente fuese nuestra Reina.
— Bombón —Efren tomó su mano izquierda y besó su dorso—. Solo quiero advertirte algo: de ahora en adelante, pase lo que pase —Su mirada oscurecida se posó en los ojos plata de nuestra mujer y sentí su cuerpo estremecerse entre mis brazos, no de miedo, sino de excitación—, no puedes huir.
— No quiero huir —afirmó y hundí mi rostro en el hueco de su cuello.
¡Joder! ¡Podría hacerme adicto a su olor sin ningún problema!
— ¿Por qué no? —Jace acariciaba sus muslos bajo la camisa larga que cubría su cuerpo. Su mirada estaba cargada de lujuria y de admiración a la vez—. No sabes de lo que somos capaces, si llegases a vernos en realidad tal vez no te gustemos.
— No importa —respondió mientras yo dejaba suaves besos en su cuello. Soltó un pequeño suspiro—. Cuando acepté estar con ustedes también acepté esa parte —admitió.
Y una sonrisa oscura apareció en simultáneo en nuestros rostros.
— ¿Por qué estás tan segura de que amarás a esa parte de nosotros también? —cuestioné a su oído y vi de reojo una ligera sonrisa.
— Porque algo dentro de mí siempre supo que ustedes no eran los villanos de mi historia.
— ¡Mierda! —Se escuchó una maldición por lo bajo de parte de Efren y sujetó su cuello, inclinándose hasta estar a solo milímetros de su boca—. Retráctate —murmuró entre dientes—. ¡Joder! ¡Esta es tu última oportunidad! —advirtió.
— ¿Quien dice que la quiero?
— Oh, mi Luna. No tienes salvación —mascullé sobre su piel antes de que Efren se adueñara de su boca de una manera posesiva.
Mis manos viajaron hasta sus senos, levantando la camisa y exhibiéndonos sus bragas rojas. Apreté sus pechos y retorcí sus pezones al sentirlos duros contra mis dedos.
Un gemido fue ahogado en la boca de mi hermano mientras Jace bajaba por sus piernas sus bragas. Sujetó sus muslos y observé claramente cuando metió su cabeza entre sus piernas.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...