📚Celos en Clase📚

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Luego de cenar y ser acompañada por Izak y Jace hasta mi apartamento me despido de ellos y subo a mi hogar.

— Por fin voy a dormir —pienso en voz alta al abrir la puerta de mi casa.

El "bip" anuncia mi llegada, quito mis zapatos en la entrada, poniéndome las pantuflas, enciendo la luz y avanzo. Llevo una mano a mi pecho cuando veo a Karol, sentada en el sofá.

— Cuantas veces te he... —detengo mi sermón de siempre al caer en cuenta de su estado.

Me acerco, con calma, como si estuviese a punto de tocar un pequeño conejito asustado.

— Hey, cariño, ¿que ocurre? —pregunto agachándome frente a ella.

Por fin su mirada se conecta con la mía, tiene los ojos rojos lo que me demuestra que ha llorado.

— Él...él intentó... —murmura.

— ¿Que pasó? Cuéntame —Me siento a su lado y la abrazo por los hombros, y entonces, se rompe.

— Me atacó —llora—. Intentó llevarme a la fuerza, logré atinarle con el teaser y escapé, fue tan... —Sus palabras se atascan en su garganta.

Siento mi sangre hervir, voy a matarlo, haré sufrir a quien le haya puesto un dedo encima a mi amiga.

— ¿Quién fue? ¿Lo viste?

Entre hipos a causa del llanto niega con la cabeza.

— Llevaba una mascarilla, es quien me ha estado acosando —asegura.

— Tranquila —acaricio su cabello—, mañana iremos a la policía.

— ¡No! Mi padre...

— ¡Que se vaya a la mierda! —exclamo enojada—, ¡tu seguridad es más importante!

— ¡No, Hope! —chilla y se separa un poco de mí, sus ojos se ven suplicantes—, por favor, no lo hagas.

Y yo me cago en todo, porque la parte más racional de mí me pide que llame en este instante a la policía y mi corazón me pide que atienda a las razones de ella.

Su padre es un hijo de puta que puede hacerle daño, porque primero irá su carrera y fachada moral limpia ante un escándalo que pueda hacerle quedar mal, aun si se trata de su hija.

— Hope, prométemelo, promete que no se lo dirás a nadie.

Suelto un largo suspiro.

— Está bien, te lo prometo.

Lo único que me queda es confiar en su buen juicio.

— Gracias —suspira más aliviada—. ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

— Por supuesto, cuando quieras amiga.

(...)

Riiing...riiing...

— Karol, ya apaga eso —Me quejo adormilada mientras me abrazo a su cuerpo.

— Ya voy —La siento moverse y apaga la alarma.

— Debemos levantarnos —intento apelar a mi parte responsable la cual no está muy disponible en este momento.

— Solo cinco minutos más —menciona mi amiga.

— Está bien, solo cinco minutos.

Y así fue como terminamos corriendo para poder llegar a tiempo a clases.

— ¡Corre Karol! —exijo.

— ¡No soy tan atelética como tú! —expone.

Nos detenemos frente a la puerta cerrada del salón y le rezo a las veintiún vírgenes por un milagro.

La Reina de los AraxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora