Me pongo de pie de inmediato, corriendo hasta donde se efectuaba la pelea e Izak trata de detenerme mientras Jace intenta sacar a su hermano de sobre aquel sujeto.
— No te acerques Hope, Efren no es el mismo en estos momentos —pide el rubio.
¿Pero como podría quedarme sin hacer nada?
— Esto es lo que quiere, no caigas —Le pide Jace.
Me zafo del agarre de Izak y corro hasta ellos, apartando a Jace con fuerza y me abrazo a la espalda de Efren, siento como se tensa bajo mi agarre.
— Ef, para, por favor —susurro.
Su cuerpo se detiene, su respiración descompensada y furiosa amenaza con dejar ir la ira de nuevo. A pesar de todo, cuando Efren entra en su estado psicótico es el más violento de los tres, porque así fue como los escribí, ellos son mi creación, y como tal sé como debo acercarme a cada uno si llegan a entrar en ese estado.
— Hope —murmura.
— Si, soy yo, tu Bombón, tu Bebé, tu chica, recupera los sentidos, vuelve, por favor.
¿Que si tengo miedo? Estoy cagada del susto. Un mal movimiento, gesto o palabra durante uno de estos ataques y la persona a la que tendrían que llevarle un ramo de rosas fúnebres sería a mí. Tal vez lo más sensato hubiese sido quedarme en mi asiento, pero dejar que todas las familias narcotraficantes viesen la debilidad de los Arax es peor.
Los hermanos están descritos y vistos como personas calculadoras y frías. Si se diese a conocer la enfermedad y desequilibrio mental que realmente tienen y que ocultan al resto de familias, estos podrían aprovecharse de tal condición, y sin dudas una de las tres reglas fundamentales de este mundo es nunca dejar ver tu debilidad.
Su respiración agitada envuelta aun en la ira y el silencio que se ha formado en el salón amenazan todavía al hombre bajo de él. Siento unas caricias en el dorso de mi mano las cuales se aferran a su torso.
— Ya acabó —murmura y lo suelto poco a poco.
Me pongo de pie colocándome a un lado mientras Efren se apartaba del cuerpo de Petrov y se alejaba entre la multitid, posiblemente a buscar un vaso de agua y terminar de calmarse.
— Vamos, Conejita —pide Jace acercándose.
— ¿Izak? —cuestiono.
— Siguió a Ef —avisa.
Miro hacia abajo y tiendo mi mano hacia el castaño sentado en el suelo quien tiene algunos moretones en el rostro y brazos, por lo menos los visibles. Me observa a mí y luego a mi mano, golpea levemente mi dorso, poniéndose de pie solo. Jace intenta acercarse a él, molesto, y yo coloco mi mano ante él en señal de que se detenga.
— ¡Pero Hope! —Se queja—. Ese maldito...
— Ya hemos hecho suficientes espectáculos por hoy —Le advierto—. Recuerda donde estamos —bajo mi mano, confiando en que no arremeterá contra su adversario—. Ve junto a tus hermanos y asegúrate que Ef esté bien, yo me ocupo de esto.
Jace aprieta su mandíbula mientras observa a Petrov para luego dar un largo suspiro. Toma mis caderas y deja un pequeño beso en mis labios.
— Confío en ti conejita, cuando me asegure de Ef te llamo para encontrarnos —Tras sus palabras se aleja.
Yo froto mi cien, con frustración, y luego finjo mi mejor sonrisa para dirigirme a todo aquel público que aun estaba pendiente del show.
— Vaya, ¡cuanta tetosterona! —comento con un tono de diversión y tomo una copa de sobre una mesa cercana que no sé de quién es pero no me importa—. Creo que el alcohol de esta noche es realmente fuerte —obtengo un par de risas disimuladas por parte de unas mujeres de mayor edad que estaban sentadas es una esquina de aquella sala.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...