📚Experimentar📚

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Abro la puerta de mi departamento y entro en esta, encendiendo las luces.

— ¿Jace? ¡Llegué!

No hay respuesta así que aun no debió llegar del trabajo.

« Será mejor ponerme a cocinar. »

Pienso al recordar que Jace e Izak son capaces de quemar el agua.

De repente escucho la marcación del código de acceso a mi casa y el Biip que da paso. Entrando por la puerta aparece mi castaño preferido cargando con dos bolsas en cada mano mientras habla por teléfono el cual tiene entre su mejilla y el hombro.

— Si, ya compré la cena para nosotros...¡deja de regañarme! ¡¿Como crees que voy a dejarla morir de hambre?!...No, no voy quemar su casa, ¿puedes dejar el sermón? A veces parece que el mayor eres tú y no yo...¡¿Mentalmente?!...¡Jódete Ef!

Entra a la sala y al verme me sonríe.

— Hola conejita —Me saluda y hace mala cara—. No, ya ayer tuviste tu día, déjame en paz —habla con su hermano por teléfono.

Niego con la cabeza, divertida, y me acerco a él tomando su teléfono antes de que se le cayera. Lo coloco a mi oído mientras él se dirige a la cocina.

— Hola Ef —saludo.

— Hola Bombón, por favor, no dejes a mi hermano solo en la cocina —suplica y río.

— No lo haré.

— ¿Cómo fue tu día?

Veo acercarse a Jace a pasos largos.

— Hoy fui a...

Mi voz se ve opacada por la boca de Jace, introduce su lengua sin mi permiso y unos sonidos morbosos y excitantes salen de nuestras bocas, da un apretón a mi culo, acercándome a su cuerpo y jadeo en sus labios, excitada.

— Por Dios —escucho la voz algo rasposa de Efren al otro lado de la línea y solo entonces me doy cuenta de que aun seguía la llamada.

— ¡Efren! Traje los productos que me pediste —Se escucha la voz de Izak al fondo.

Jace toma su teléfono y lo pone en altavoz.

Lo deja sobre la mesita de centro de la sala y comienza a besarme con posesividad.

— ¿Que intentas hacer? —cuestiono sofocada mientras esta vez sus besos húmedos bajan a mi cuello, a ese punto que me enloquece.

Siento sus labios curvarse en una sonrisa que estoy segura poder calificar como maligna.

— Quiero que digas lo que te estoy haciendo —dice.

— ¿Qué?

— Hazlo —ordena, esta vez con más fuerza—, usa todas las palabras que quieras.

— Pero...

— Bebé, sigue la orden —escucho la voz ronca de Efren por la estancia.

— No quieres ser castigada, ¿cierto mi Luna? —Esta vez es la voz de Izak la que inunda mis oídos.

Trago en seco ante esto.

— Me está besando el cuello —digo coíbida y avergonzada, nunca había hecho algo así.

De repente Jace deja de besarme y me hace voltear, quedando de espaldas a él.

— Quítate las medias, arrodíllate en el sofá y pega tu mejilla al almohadón.

« Efren, sal de ese cuerpo, no te pertenece. »

A pesar de todo acato la orden, quedando en una posición en la que mi trasero se ve totalmente expuesto a él.

La Reina de los AraxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora