— ¿Y bien? ¿Se puede saber que haces aquí? —digo dirigiéndome específicamente a Jace.
— Quería verte —suelta como si nada y los colores suben a mi rostro.
— Serás bruto —Se queja Izak dando una palmada en la espalda de su hermano mayor.
— El bruto eres tú, deja de golpearme —Se queja.
Sonrío ante la familiaridad de ambos. Lo cierto es que a parte de venir al restaurante por mi pequeño trauma a la soledad también lo hago para ver a Izak.
Es curioso, desde el momento en que me cuidó mientras me dirigía a casa frecuento aquí por las tardes y él también llega casi siempre que estoy.
Los primeros días se sentó en una mesa cercana a la mía y pedía. Cuando terminaba de cenar me acompañaba a casa como mi sombra y luego desaparecía.
Cualquiera se cagaría de miedo, pero no era un desconocido como tal.
Hace algunos días atrás yo llegué y él ya estaba aquí así que me senté en su mesa sin muchos miramientos. Se vio sorprendido en primera instancia pero no dijo nada al respecto.
Recuerdo nuestra conversación ese día mientras me dirigía a casa.
— Izak, sé que estás ahí —mencioné y patee una piedrita en mi camino.
No hubo respuesta. Voltee abruptamente al detenerme y me quedé mirando fijamente al rubio que me seguía a tan solo unos cinco metros quizás.
— ¿Por qué haces esto? —cuestioné confundida.
— Porque soy tu sombra —respondió al instante.
— ¿De qué hablas? Ya te dije: no necesito tu protección ni la de nadie.
Él se acerca, rompiendo el espacio entre nosotros, hasta el punto donde debo elevar mi rostro para poder mantener su mirada.
Sus ojos azules me observan y siento que no puedo respirar. Su mirada es tan profunda y llena de algo que no puedo explicar, nadie nunca me había mirado así, como si fuera el centro de su universo.
Los hermanos Arax me hacen sentirme así cada vez que me miran.
Y eso me intimida.
Izak sujeta un mechón de mi cabello y juega con él entre sus dedos.
— Soy tu sombra —aclara con voz fuerte y un escalofrío recorre mi espalda—, beso el piso por donde camines, te idolatro, te venero como mi propia diosa —sujeta en un puño mi cabello y acorta la distancia entre nuestros rostros, nuestras respiraciones agitadas se mezclan y cuanto deseo probar esos labios en este instante—. Sigo las órdenes de mi hermosa Reina como su perro fiel.
— Izak —murmuro su nombre, sin saber bien que decir.
— Por eso —continúa—. No permitiré que nadie te dañe si puedo evitarlo primero.
Su mirada viaja de mis ojos a mis labios, repite la acción dos veces más y cuando pienso que por fin me besará suelta mi cabello y sujeta mi rostro para dejar un casto beso en mi frente.
— Hope —La voz de Jace me saca de mis recuerdos y lo observo—. ¿A que planeta viajaste?
Sonrío avergonzada.
— A uno donde no existías —menciono divertida y lleva una mano a su pecho fingiendo dolor, manía que se le ha pegado de mí cuando me indigno.
— Eso dolió.
Con Jace mi relación fue a mejor, lo admito, al principio era quien peor me caía, pero luego me di cuenta que la razón de esto es que tenemos personalidades muy parecidas por lo que chocamos bastante.
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La Reina de los Arax
Teen Fiction¿Te gustaría poder traer a la vida real a tus personajes literarios? Sería genial, ¿a que sí? ¿Pero que pasa cuando los personajes que creaste aparecen en tu realidad? Tal vez...¿cool? Pues no lo es cuando son personas de poca empatía, estabilidad...