Capítulo 2

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En una casa ubicada en una montaña, donde se podía sentir una atmósfera de silencio y tranquilidad, alguien se despertaba por los rayos del sol.

—Mmmm —

La figura se movió de su lugar, intento acomodarse para seguir durmiendo. Intento volver a dormir pero no podía, la luz del día no la dejaba descansar.

—Cierra la ventana —Dijo aquella voz.

No obtuvo respuesta.

—No estoy de humor para bromas, cierra la ventana —

Seguía sin obtener respuesta.

—¡Te dije que no estoy para bromas, cierra la ventana! —Grito mientras levantaba la parte superior de su cuerpo.

Solo para ver que estaba sola.

—¿Eh? —

Aquella figura era una chica delgada y de estatura promedio, su cabello negro se extendía hasta su espalda, tenía un flequillo dividido en dos lados surcando su frente, y poseía ojos de color lila.

La chica miró a su alrededor, tratando reconocer en donde estaba, ya que el diseño del cuarto no lo reconocía.

—¿Donde estoy? —Se preguntó para si misma.

La chica dejo de mirar a su alrededor para verse así misma. Estaba acostada en un futón, donde se sorprendió al ver que tenía vendas en sus brazos y pecho, junto con ver una ropa a su lado.

Y de un momento a otro se agarró la cabeza, sentía un dolor fuerte. Después de un momento, solo pudo recordar su nombre y que caía a un río.

¿Quien me salvo?

Era una pregunta que se hacía, antes de volver a cerrar sus ojos.

[.....]

El sonido de metal chocando era lo único que se podía escuchar en una gran habitación, la cual tenía muchos pilares junto con un toque tradicional japonés.

Dos figuras se movían rápidamente, tan rápido que el ojo humano no podría ni siquiera seguir el ritmo. Ambos contrincantes daban todo, con la diferencia de que uno está más experimentado que el otro.

—Suficiente —

Hablo un hombre de alta estatura, tono de piel pálido y de complexión atlética y musculosa; su cabello largo y de color negro con bordes en tono burdéos, sostenido por una larga cola de caballo que llegaba casi a la altura de su espalda baja.

En su cara poseía marcas como llamas, que cubrían la zona izquierda de la cabeza y el lado derecho de su cuello.

Vestía un kimono de patrones de tonos violeta y negro con un haneri (prenda interior de vestir en un Kimono) de color blanco, un hakama de color negro y un cinturón obi de color blanco. En su mano derecha sostenía una espada, la cual estaba decorada con ojos en la hoja de corte.

Los más llamativo eran los tres pares de ojos carentes de cejas, y en los ojos del centro tenía los Kanjis de 'Primera luna superior'. Demostrando su posición dominante dentro de las demás lunas superiores.

—Si, Kokushibo-sensei —

—Has mejorado desde que 'él' me ordeno que te entrene —Habló la primera superior —Es imposible que alguien obtenga esto de mi, pero....... Estoy orgulloso.

El segundo individuo se arrodillo.

—Gracias, es un honor que me diga eso, sensei —

—Como sea —Dijo Kokushibo, mientras envainaba su espada —Terminamos por hoy, pero sigue practicando —

—Si señor —

—Nakime, sácalo de aquí —

Se escuchó el sonido de un instrumento siendo tocado, y la persona arrodillada desapareció.

—Es igual a ti.... Yoriichi —

El demonio quedó navegando en sus pensamientos, reconociendo la similitud entre su hermano y él, ahora entendía porque su señor lo dejo vivir. Salió de sus pensamientos al sentir a alguien detrás de él, una presencia que conoce muy bien.

—Muzan-sama, ¿En qué puedo servirle? —Dijo el de seis ojos, arrodillándose.

Frente al demonio, apareció un hombre como de treinta años, generalmente usa un traje de hombre de negocios, usando vestimenta occidental bastante sofisticada para la época, destacándose un sombrero de fedora de color blanco y una corbata de color rojo. Tiene el pelo corto con un peinado en rizos con algunos mechones colgando en su frente. Como todos los Demonios, tiene los ojos similares a los de un felino, en su caso, de color rojo ciruela.

—Debemos hablar —Dijo el progenitor de todos los demonios.

—¿Puedo saber de que hablaremos, mi señor? —Preguntó Kokushibo.

—Sobre tu, 'alumno' —

—Lo escucho, mi señor —

[.....]

El sol ya se había ocultado, dando paso a la noche. En cierta casa, donde cierta joven la cual había despertado no hace poco, estaba caminando, tratando de encontrar a alguien, cosa que no funcionó ya que, no había nadie.

¿No hay nadie? ¿Sera que esta casa está abandonada? —Pensó la chica mientras encendía una vela que encontró —Pues, no me parece abandonada —Miro las vendas en sus brazos —Quien quiera que fuera, me encontró y curó, ¿Pero como termine en este estado?.

La chica tenía muchas preguntas, pero cero respuestas. Salió de sus pensamientos al escuchar pisadas que se dirigían hacia ella. La puerta de la habitación donde estaba se abrió y entró una figura, donde la chica podía verlo por la luz de la llama.

Un chico como de su edad, con pelo color burdeos, peinado hacia atrás y los ojos oscuros con una cicatriz en la parte superior izquierda de su frente la cual está expuesta. Lleva largos aretes rectangulares con un símbolo de sol, y un haori con estampado de cuadros negro y verde estilo ajedrez.

—Despertaste, temí que no lo hicieras —Dijo mientras se acercaba a ella.

Actuando por instinto, la chica se levantó y retrocedió, manteniendo distancia entre ese hombre y ella.

—¿Quién eres tú? —Pregunto la chica.

—Oh, disculpa —Dijo el chico mientras se sentaba —Soy Tanjirō, Tanjirō Kamado.

La Flor De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora