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—¿Dónde puedo conseguir ropa nueva, pero de mi estilo?

—Primero que nada, tienes que deshacerte de la ropa sangrienta que traes sobre las piernas y después buscaremos la manera de conseguir ropa limpia.

—¿Me estás dando órdenes, Puppy? —por un segundo, Shelby pensó que quizás se había enfadado, así que negó rápidamente con la cabeza. Y él rio. Rio por primera vez desde que se conocieron y, a decir verdad, su risa era graciosa y contagiosa—no estoy molesto. No temas; y todo se debe a que ya no estoy estresado.

—¿Por qué "Puppy"?

—Eres como un cachorrito, al que tengo que cuidar y que me obedecerá sin contradecirme.

—¿Me estás comparando con un perro? —se sintió desilusionada.

—No—dijo él, haciendo una mueca—es el nuevo apodo que emplearé en ti a partir de este momento.

—Tu manera de ser es inquietante.

—Pero nos comprendemos muy bien y eso para mí es lo que cuenta. ¿Para qué fingir ser alguien que no soy? Soy un maldito homicida, amo matar gente y no soy el típico chico que tiene una vida normal con estudios, novias y padres que lo quieren. Soy Egon Peitz, un chico asesino que ama lo que hace y ahora que te has cruzado en mi camino, serás mi cómplice en todo lo que yo te diga, Puppy.

—¿Por qué estás tan seguro de que voy a aceptar? —alzó la barbilla hacia él, desafiándolo.

—¿No lo harás? —introdujo su pierna izquierda en el espacio donde ella tenía las suyas y presionó levemente el pie de Shelby sobre el acelerador—¿Estás segura?

—Espera, ¡No! Egon, vas a matarnos—el escarabajo se precipitó en una colina y Shelby ahogó un grito, apretó ambas manos en el volante y con ambos pies presionó el freno, pero, aun así, el auto seguía bajando en picada gracias a Egon.

—Vas a ser mi cómplice—dijo él, pero no era una pregunta, era una afirmación—sé que quieres serlo. No te opongas, ¿okey? No te pasará nada si estás conmigo. Te necesito.

—¡Hablaremos al respecto, pero por favor, saca tu pie del acelerador!

Egon, sonriendo maliciosamente, apartó su pierna y se sentó como Dios manda en el asiento, haciendo que Shelby frenara de golpe antes de incrustarse en un automóvil estacionado. Cuando se detuvieron, ella bajó precipitadamente del escarabajo y devolvió lo que había ingerido en el día. Por su parte, Egon también descendió, estando solo en ropa interior y recargó un brazo sobre el techo y sonrió al verla limpiarse la boca con recelo.

—Admite que fue divertido.

—¿Qué? Casi nos matamos—gruñó molesta, pero enseguida se relajó. No quería morir esa noche—escucha, no vuelvas a hacerlo.

—¿Es una orden? —levantó una ceja, mirándola con escepticismo.

—No. Es solo una opinión—a regañadientes se obligó a dejar de verle el cuerpo y a fijar su mirada al cielo. Estaban lejos de casa.

—Lo sabía—suspiró, y se frotó el rostro con ambas manos—necesito ropa y un lugar donde dormir—le recordó.

—Conozco a alguien que quizás tenga ropa de tu talla y estilo—le informó y ambos volvieron al interior del escarabajo.

—¿De quién se trata? —preguntó Egon. Su rostro se había puesto serio.

—Un conocido que va a la escuela conmigo. Es un idiota, pero no podrá negarse a ayudarnos.

Egon juntó las cejas y optó por mirar por la ventana todo el tiempo. Algo le decía que el conocido de Shelby era aquel idiota llamado Trenton Rex, pero no dijo nada al respecto. Condujo por quince minutos más, mirando a todos lados y doblando cada esquina. Ella podía sentir la penetrante mirada de Egon sobre su cuerpo y no sabía ni si quiera como conducir. Le proporcionaba nerviosismo. A través del rabillo del ojo, miró que él colocaba su ropa sucia en sus pies y recargaba su cabeza sobre el dorso de su mano y su codo encima de la ventana. Estaba pensativo. Cuando llegó por fin a la casa de Trenton, aparcó detrás de su elegante coche y suspiró antes de volverse hacia Egon.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora