Egon caminaba con la mandíbula tensa y los puños cerrados, con los nudillos totalmente blancos. Su mirada era desdeñosa y colérica. Sus ojos negros eran más siniestros que el mismísimo infierno. No había ningún brillo de cordura en ellos, solo muerte. Y ambos estaban fijos en el chico de aspecto risueño y a la vez temperamental que se encontraba a unos metros de distancia, que constaba de ojos muy azules como el cielo y eléctricos como un relámpago. Negro con azul. Buena combinación para una catástrofe.
—¡Egon Peitz! —gritó el chico, regalándole una sonrisa torcida.
—¡Gabriel McCall! —gritó Egon a su vez, sin dejar de avanzar en línea recta. Trenton y Austin venían a sus espaldas, dispuestos a disparar si así se daba el caso. Gabbe y Egon se detuvieron, dejando una distancia de dos metros entre ellos. Por consiguiente, a Egon le provocó náuseas ver la cara pecosa de su rival, sonriéndole.
—Vengo desarmado—anunció el chico con las manos en alto.
—Eres un asqueroso imbécil—vociferó Egon, apretando los puños—te confié mi vida y me traicionaste.
—¿Tu vida? —frunció el ceño Gabbe, sin comprender—nunca has puesto tu vida en mis manos, idiota.
—Shelby es mi vida, bastardo.
Gabbe se quedó en silencio, sin saber que añadir. Pero logró recuperar la compostura a los pocos segundos.
—¿Por qué armaste todo ese desastre? Estabas consciente de quién era yo, quién es el padre de Shelby y todo eso.
—Tuve un mal presentimiento, fui un idiota al dejar que te la llevaras. Y lo pensé bien y te asesinaré—declaró Egon y rápidamente sacó su arma, apuntándole en la frente.
—No vengo a matarte, aunque órdenes tengo de hacerlo—le informó Gabbe—vine hasta acá para hablarte de Shelby.
—¿Qué hay con ella? —preguntó, muy atento.
—Por tu asombrosa idea de confesarle a los cuatro vientos que su padre es un jodido narcotraficante y que yo también soy un maldito criminal, tu novia no soportó la noticia y se autolesionó gravemente—espetó—se abrió los brazos en canales paralelos con alfileres. Y he aquí porque pensé que tenías derecho de saberlo.
A Egon le tembló el labio inferior y la mano que empuñaba el arma.
—¿Qué? —susurró, preso del shock.
—Shelby intentó suicidarse.
La mandíbula de Egon se tensó y se le fue encima a Gabbe, sujetándole las solapas de su camisa con las manos. La pistola cayó al suelo y Trenton corrió a recogerla.
—¡Mientes! —le ladró enfurecido a la cara— ¡mientes! Ella está bien.
—¡No! Ella quiso matarse por tu maldita culpa.
Acercándose más al rostro de Gabbe, Egon lo fulminó mezquinamente con los ojos y después lo empujó al suelo, dándole la espalda. Se agarró la barbilla con aire distraído y demente.
—¿Quieres que lo mate, Egon? —preguntó Austin.
—Si me matan, no sabrán donde se encuentra ella.
—Cállate—espetó Egon, dándose la vuelta con brusquedad. Austin se apartó de su camino—una persona alcanzó a ver la ubicación exacta de ella y ahora todo tiene sentido. Un hospital, ¡Carajo!
—Thomas se fue con ella en la ambulancia y dijo que llamaría si había algún problema, pero no lo ha hecho y eso significa que Shelby se encuentra bien.
—Llámalo.
—¿Qué?
—Llama a Thomas. Quiero hablar con él—ordenó.
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Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)
Mystery / ThrillerDicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener atrofiado una parte del cerebro que les impida tener emociones y sentir lo sentimientos que una persona normal tiene. Psicólogos han llegado...