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En los días continuos a ese intrigante episodio con Egon, Shelby no tuvo noticias suyas, ni si quiera en los patéticos ensayos con Thomas. Era deprimente y ridículo tener que bailar como la chica del vídeo, pero se convenció a sí misma que era un sacrificio que tendría buena recompensa, ya que, cuando había estado enferma, reposó por más días y resultó que sus notas bajaron a una velocidad impresionante, y bailar para obtener los puntos perdidos era su única alternativa para no perder el semestre. Aunque viéndolo desde otro ángulo, Thomas no se miraba tan mal con medias negras y una camiseta sin mangas del mismo tono; pero ella sí. Llevaban seis días ensayando sin parar y comenzaba alucinar la canción de una manera irritante. Para el sexto día de ensayo se derrumbó en el suelo del garaje de Thomas y ahogó una exclamación. Sus pies estaban adoloridos y su espalda baja llena de nudos. Y lo curioso de todo era que Lola se había acercado a ella en los últimos días, dándole la explicación más tonta con respecto a sus moretones.

—Estoy practicando esgrima y he tenido algunos percances, nada del otro mundo—le había dicho con una sonrisa nerviosa. Y desde luego, Shelby no le creyó.

—Entonces quiero que me lleves a tus clases de esgrima para aprender—le respondió con naturalidad, dejando perpleja y horrorizada a la rubia—es broma, solo estoy tomándote el pelo.

Y Lola Calvin se relajó un poco y sonrió.

— ¡Cash!

Aturdida, rodó sobre su cuerpo y se recargó en sus codos, levantando la vista a su amigo. Thomas se limpió el rostro con una toalla y la ayudó a incorporarse, luego le ofreció un poco de limonada que guardaba en la pequeña nevera del garaje.

—Lo siento—refunfuñó, acalorada, sintiendo la frescura de la bebida en su garganta—estoy agotada.

—A este paso que vamos, ni si quiera alcanzaremos a bailar la mitad de la canción, Cash—gruñó Thomas y se pasó una mano por el cabello. Sus ojos verdes mostraban irritabilidad y algo de decepción.

—Dame unos minutos y estaré como nueva.

Thomas se dirigió a la ventana que daba a la calle y juntó las cejas con enfado. Shelby terminó la bebida y se acercó a él a ver lo que tanto le incomodaba.

— ¿Qué miras?

—Un sujeto estaba espiándonos sin descaro alguno—respondió con agresividad—y creo haberlo visto antes.

— ¿Estás seguro? Quizás te estés confundiendo y era solo un sujeto pasando por la acera.

—Quizás... bueno, olvidemos al sujeto y continuemos—se apartó de la ventana y se volvió hacia ella con una sonrisa. Shelby corrió al iPod de Thomas y le dio «play». La canción surgió una vez más y reiniciaron desde el principio. Al término de la jornada de ensayo, Shelby se cambió de ropa en la habitación de Thomas mientras él aguardaba en la sala con su familia. Cuando salió a encontrarlo, la madre de este la condujo sonriente hasta la sala. Shelby saludó amistosamente al padre y a la hermana de Thomas con la mano.

—Quédate a cenar esta noche, Shelby—le propuso la señora Wilson con los ojos brillantes y rebosantes de alegría. Thomas, por su parte, se hallaba de pie junto a su padre y a su pequeña hermana de unos trece años, esperándola.

—Ya es un poco tarde—comentó con pena, y para tratar de no verse tan grosera, esbozó una sonrisa cálida—pero no está mal quedarse a cenar.

Al cabo de un rato, Shelby yacía cenando espagueti y albóndigas con la familia de su amigo. Era totalmente diferente el ambiente que albergaba en esa casa. Se olfateaba el aroma hogareño y la calidez del amor fluyendo por todas partes y eso la estremeció por un momento.

—Eres la primera amiga que Thomas trae a la casa—agregó la hermana de él, con una sonrisa perversa en los labios y Shelby se revolvió incómoda en su asiento. Los padres de Thomas elevaron los ojos al techo, como si esa chica tuviera la gracia de decir tonterías inoportunas. Por lo que Shelby le sonrió a su amigo y este sonrió de vuelta, pero no sin antes enviarle una fulminante mirada a su hermana.

—Al menos ya he traído a alguien esta noche, Cassie, ¿y tú? —miró a todos lados, ensanchando su sonrisa—oh, lo siento. Tu amigo invisible se le olvidó venir.

—Nuestros padres me prohibieron traer a Dominic—replicó la chica riéndose.

— ¿El Dominic que conozco? —juntó las cejas, consternado. Ella asintió—pero es mayor que tú. Tiene casi mi edad.

—Es tiempo que sepas la noticia más vieja del mundo: es mi novio—repuso Cassie, risueña y a Thomas casi se le salieron los ojos de la impresión. Sin importar que Shelby estuviese presente, se volvió bruscamente hacia sus padres para una explicación y ellos simplemente asintieron con ganas de reír.

— ¡Vaya! —masculló el chico, luego de unos segundos y de repente la presencia de Shelby lo hizo ruborizar—lamento que estés presente en esta patética conversación familiar. Uno no puede controlar las hormonas locas de tu hermanita precoz, ¿o sí?

Y Shelby soltó una risita al igual que los señores Wilson. Cassie se ruborizó y se levantó malhumorada de su asiento.

—Tu hermana es pequeña aún—dijo la señora Wilson a su hijo, quién tenía las cejas arqueadas—no puedes culparla de sus hormonas.

Continuaron cenando y riéndose como si fueran amigos de toda la vida hasta que Shelby se dio cuenta de que ya era demasiado tarde como para seguir fuera de casa. Y también porque había un sinfín de llamadas perdidas de su madre. Se despidió animadamente de aquella peculiar familia y salió a la calle con Thomas pisándole los talones. El escarabajo la esperaba detrás del súper vehículo de él.

—Mañana mis padres tendrán una reunión, así que no es posible que ensayemos aquí—le informó él, con una mueca de fastidio.

— ¿Lo dejamos para otro día o quieres venir a mi casa a ensayar?

— ¿Tienes espacio?

—Podemos arreglar mi habitación o la sala de mi casa—se mordió el labio.

—Si es así, entonces después de clases te sigo a casa—suspiró y se detuvieron frente a la puerta del escarabajo.

— ¿Por qué nunca nos habíamos hablado, Thomas? Eres una persona fantástica—dijo Shelby

—Soy un sujeto de pocas palabras que prefiere estar en silencio, pero tú y yo si quieres podemos...

—Hola, amor. Te he estado esperando desde ese rato, lo bueno es que ya terminaste de ensayar.

Shelby entornó los ojos y volteó en dirección al dueño de esa voz tan masculina y tragó saliva. Egon Peitz se encontraba de pie junto a Thomas con una extraña sonrisa.


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Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora