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Egon miraba constantemente a Gabbe mientras este se lavaba la cara en el lavabo del ático, haciendo muecas de dolor. Kevin, por su parte, se había vuelto loco del susto y amenazó con que sus padres lo descubrirían, pero Austin lo tranquilizó diciéndole que, si guardaba más secretos, pronto entraría a la "pandilla" como el niño les decía. Trenton se encargó de ponerle una gasa en la nariz y boca a Egon, ya que, él también estaba bastante mal herido, pero se negó rotundamente a ayudar a Gabbe, y Austin a regañadientes se obligó a atenderlo. Egon tenía la nariz hinchada y la boca lastimada, pero no de gravedad. Tenía moretones en las costillas y le costaba respirar. Gabbe, en cambio, tenía los dos ojos cerrados a causa de la hinchazón, con una bolsa de guisantes congelada en toda la cara y su cuello estaba vendado por completo. Su estómago parecía ser del color púrpura por la pequeña gran patada de Egon y apenas respiraba por la boca.

—Parecen idiotas. Se golpearon como bastardos y horas después aquí están, como amigos—siseó Trenton.

—Calla. Tú también eras mi enemigo y mira que ahora estás de mi parte—dijo Egon riéndose, pero se estremeció por el dolor.

—Es muy diferente—protestó y se dejó caer en el sofá viejo—necesito llamarle a mi madre y decirle que me quedaré más tiempo en casa de un amigo.

—Deberías decirle la verdad—le aconsejó Egon—puedes morir y ella no sabrá por qué.

—¿Bromeas? Mi madre moriría en el momento que le contase la verdad—Trenton chasqueó la lengua y tomó el teléfono que Kevin les había dado. Ese niño rubio era demasiado útil y buena persona.

—Vaya que la paliza que te dio Egon fue letal—se burló el pequeño rubio. Sus ojos grises estaban puestos en el rostro destrozado de Gabbe.

—También yo le di una buena paliza—reiteró Gabbe con los ojos cerrados.

—Pero él te ha dejado ciego por unos días.

—Y yo lo he dejado chimuelo.

—¿En serio? —preguntó Kevin, entornando los ojos.

—Me tiró una muela, ¿ves? —estiró su mejilla lo suficiente para que el curioso de Kevin mirase el hueco rojizo que había en sus encías traseras.

—Al menos fue una muela.

—Si quieres... podría intentar quitarle un incisivo central—bromeó Gabbe e hizo una mueca. La posición en la que se encontraba era cómoda, pero realmente le dolía el cuerpo. El sofá que compartía con Egon era grande, sin embargo, ambos eran muy orgullosos como para recostarse uno encima del otro.

—Sobre mi cadáver—bramó Egon, con molestia y cerró los ojos.

Kevin rio y Austin resopló, se sentó junto a Egon y se acercó a su oreja para susurrarle algo.

—¿No ha llamado Thomas? —preguntó. Egon abrió los ojos y frunció el ceño.

—No. ¿Por qué?

—¿Podrías preguntarle a Gabbe si es tan amable de darme el número de donde Thomas va a hablar?

—¿Por qué tanta insistencia? —estrechó los ojos.

—No terminé de hablar con él ese rato—desvió su aterciopelada mirada a otra parte—en serio; necesito hablarle.

—Hey—dijo Egon, pateando levemente el pie de Gabbe. El otro hizo una mueca y jadeó—dice mi amigo que le des el número de teléfono de Thomas, le urge hablar con él.

—Que le llame de mi teléfono—gimoteó—alguien de ustedes lo tiene.

Egon volvió el rostro a su amigo y Austin le enseñó el teléfono.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora