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—Ya sé que yo te gusto, pero nunca actuaste como Thomas lo hace. Jamás te he visto ruborizado o nervioso a menos que yo te pregunte algo que te incomoda y casi no se da el caso.

—Cada persona reacciona a su manera—le explicó—me gustas, pero tengo la suficiente seguridad como para no dudar de mí mismo. Sé que tengo influencia en ti y con eso me doy por satisfecho.

— ¿Qué... demonios?

—Thomas sabe que, aunque quisiera conquistarte, tú jamás le harías caso—rio. Shelby estrechó los ojos con frustración.

— ¿Entonces quieres decir que no actúas como él solo porque tienes la errónea idea que yo puedo caer a tus pies si así lo deseas?

—Eres muy lista.

—Lamento decepcionarte, pero la verdad es que no.

—No me gusta presumir ni tampoco probar que estoy en lo correcto—dijo él a su vez—te gusto demasiado, Shelby Cash y te cuesta tanto ocultarlo, que cualquier persona que tiene ojos en la cara se da cuenta de ello.

Ella sintió que su rostro ardía de vergüenza. Maldito.

— ¿Y qué hay de ti? —contraatacó, en un siseo.

—Yo disimulo muy bien. Es un gusto, no amor. Yo sé diferenciar entre una cosa y la otra, ya que el gusto es muy hermoso y el amor no existe. Y espero que tú también lo diferencies y no vayas a sentir ese sentimiento invisible llamado "amor" por mí—le advirtió, con voz tenue—ya que, si eso llegase a ocurrir, perderás el tiempo conmigo. No podré corresponderte y tendría que largarme de aquí y obligarte a olvidarme.

Y sin si quiera pensarlo, Shelby sintió que le ardían los ojos gracias a las lágrimas que se habían acumulado sin dejarlas fluir. Ella estaba segura que no lo amaba por completo, pero que el proceso de amarlo ya había iniciado y sintió como si él le hubiese aplastado el corazón con sus palabras. Ocultó el rostro con una especie de cortina que se formó con su cabello y asintió mientras él continuaba diciéndole estupideces.

—... si eso no pasa; seguiré aquí contigo y más teniendo en cuenta que cuando Norman se pulverice de este mundo, mandaré a la mierda a mi jefe y tanto los gemelos como tú, vamos a ser como una pandilla de criminales donde no habrá reglas u órdenes que acatar—siguió hablando con los ojos expresivamente abiertos y puestos al frente—no me gustaría echar a perder tu vida, pero la muerte es algo que vive en ti y no puedo dejar a una chica que se acopla a mí y me entiende a la perfección...

— ¿Podrías—masculló ella, con voz queda, cuando se sintió capaz de hablar para enfrentarlo y tragó saliva—dejar de meterme en tus planes y de pensar que puedes decidir por mí?

Él se mostró sorprendido y a la vez desconcertado. La miró directamente a los ojos y percibió que los de ella estaban vidriosos y que su respiración iba agitándose a medida que transcurrían los segundos.

— ¿Te afectó lo que dije?

—Para el coche. Quiero ir a casa—siseó, volviéndole el rostro con furia. Egon detuvo el auto y se cercioró de ponerle seguro a las puertas y cristales para que ella no escapara—déjame salir de aquí—le ordenó, a punto de estallar. Él deslizó una de sus manos hasta colocarla sobre el brazo izquierdo de Shelby, que yacía descansado en su regazo y ella sintió una corriente eléctrica en todo su cuerpo y se quedó estática, respirando a través de los dientes sin abrir bien la boca.

¿Me amas? —preguntó él con voz seria.

—No del todo.

—Entonces detente. No me ames—replicó, azorado—no te conviene amarme.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora