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Una hora más tarde, el pánico en los demás se intensificó y guardaron rápidamente sus cosas con la intención de marcharse lo antes posible. Caroline tuvo que abandonar su acogedor condominio para huir junto con Kevin y los otros. Le aterraba la idea de volver a cruzarse con más criminales; aunque bien, confiaba en Egon y en Gabbe, los cuales sabían cómo asesinar a sangre fría. Pero, ¿Quién le garantizaba que ellos tampoco no corrían peligro? Azorada, se plantó en el umbral de la puerta con sus vasijas listas para escapar. Kevin, el pequeño rubio aferraba las correas de su mochila con los ojos bien abiertos. Gabbe, el más despreocupado de todos, se hallaba con ellos con la mirada tensa y brusca. En su mano descansaba un arma cargada con silenciador en espera de algún movimiento sospechoso en los alrededores. Era inútil ocultarles la verdad a Caroline, Martha y Kevin. Tenían que estar listos para cualquier cosa.

—¿Por qué yo no puedo estar armado? —preguntó Kevin con recelo y amargura en su voz. Gabbe suavizó su semblante y se encorvó un poco para quedar a la altura del pequeño, ya que el chiquillo le llegaba al pecho.

—Porque es peligroso. De hecho, yo también corro peligro al tenerla conmigo.

—No es verdad—replicó Kevin, furioso.

—Sí, es verdad. Ese cretino puede quitármela y luego matarme con mi propia arma.

—Pero es mejor morir siendo valiente que siendo cobarde.

—Te prometo que cuando estemos a salvo te enseñaré a disparar.

A Caroline casi se le salieron los ojos de la sorpresa.

—Gabbe, ni si quiera lo pienses.

Y Gabbe le guiñó el ojo, tranquilizándola. Por supuesto que le iba a enseñar a disparar, pero en un par de años más.

—¡Me parece justo! —exclamó Kevin con una gran sonrisa. Mientras tanto, la anciana se hallaba sentada en el sofá hablando con Thomas y en espera de que los demás bajaran y así poder largarse. Ella se sentía muy débil y agotada para seguir huyendo. Incluso opinó en que sería buena idea quedarse, pero Egon le declinó con furia aquella idea tan estúpida. Martha Beck era lo más cerca que había tenido de una abuela y una madre y él se negaba a perderla a manos de su primo.

—¿Ya tienen todo preparado? —preguntó Austin, poniéndose unos guantes negros en las manos. Se había puesto una ropa que le marcaba el cuerpo a la perfección y Thomas tuvo que reprimir el impulso de correr hacia él y besarlo.

—Todo—contestó Gabbe desde la puerta.

—¿Dónde está Trenton?

—Supongo que con Egon y Shelby—contestó Thomas.

—Iré a buscarlos a los tres porque no tenemos tiempo que perder—anunció y girando sobre sus talones, lo vieron echarse a correr hacia la escalera. Austin subió hasta el piso superior y se encontró con Trenton aferrado a una pistola y mirando a través de una ventana con aspecto huraño y nervioso—vamos, amigo. Es hora de irnos—susurró Austin con cautela.

—Egon y Shelby no se dan prisa y tengo vigilar el lugar—contestó sin mirarlo.

—Gabbe está abajo vigilando. Vámonos.

—Está bien—accedió con incertidumbre—pero alguien tiene que quedarse aquí cuidándolos en lo que bajan. Ya sabes, Shelby está delicada y Egon no podrá solo con cualquiera que logre entrar a la casa.

—Respira hondo, Trenton. No pasa nada; vamos—lo sujetó del hombro y lo arrastró con él hacia abajo. Entonces se cercioró que Trenton comenzó a bajar la escalera y se apresuró a llamar a la puerta de Egon— ¿chicos?

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora