«Norman White»
Llevaba alrededor de dos horas sentado en la acera de la calle del aeropuerto, fulminando con la mirada a cada persona que pasaba a su lado o que subía a un taxi con total felicidad. En su mente, ya los había asesinado tres veces a cada uno. No podía darse el lujo de quedarse ahí para siempre y sobre todo, estar perdiendo a lo idiota el tiempo sin dedicarse a rastrear a Egon. Miró a su alrededor en busca de alguna alternativa para introducirse al corazón de la ciudad sin necesidad de seguir sentado como imbécil en el asfalto y esperando que alguien llegase a ayudarlo. Se frotó los ojos con cansancio y se puso en pie, con la certeza de que encontraría la manera de largarse. Caminó unos cuantos pasos hasta situarse junto a un par de ancianos que esperaban pacientemente un taxi con sus valijas apretujadas en sus débiles brazos, y al notar la presencia de Norman; le regalaron una sonrisa tierna, digna de apreciar. Pero él gruñó y se apresuró a sujetar al anciano de las solapas de su ropa arcaica, la anciana ahogó un grito e intentó golpearlo con su bastón, pero Norman la esquivó fácilmente y de un empujón, la tiró al suelo.
—Deme todo su dinero—le siseó al anciano en alemán, muy cerca de su oreja y sigilosamente sacó de su suéter una navaja diminuta y presionó el filo de la hoja en la espalda del anciano.
—No entiendo qué es lo que dices—murmuró el anciano. Norman resopló y lo liberó. El hombre no podía entenderle ni tampoco él.
—Su dinero—le indicó con señas, pero sin dejar de enseñarle la navaja. La esposa del anciano se levantó con esfuerzo y se aferró a su esposo con el rostro horrorizado. Norman se las ingenió para sacarles todo el efectivo a ese par de fósiles sin llamar mucho la atención y cuando por fin tuvo el dinero, se despidió hipócritamente de ellos dándoles un beso en la frente a cada uno.
—Malditos viejos, ¿Por qué no se mueren ya? —les gritó a lo lejos cuando los vio subir a un taxi rápidamente.
Volvió a sentarse en el suelo y comenzó a contar el dinero que había conseguido. Cuatrocientos dólares. Alzó las cejas, conformado con aquella miseria y recargó su espalda en el muro de concreto que tenía detrás, fijó su atención en cada individuo que entraba y salía del aeropuerto. Pero no había a nadie a quién notar. No percibió peligro en ninguna persona, por lo que cerró los ojos durante un rato porque estaba agotado. Escuchó brevemente el motor de un auto rugir muy cerca de donde él se encontraba descansando, abrió un ojo y barrió todo a su alrededor, en busca del idiota que quería hacerse lucir con su apestoso auto. Divisó enseguida un súper Volvo estacionado detrás de un taxi y un segundo después el motor rugió una vez más. Contuvo el impulso de ir, bajarlo de su auto y golpearlo por hacer semejante alboroto, pero su mente se quedó en blanco cuando vio aquella preciosura de mujer, de ojos azules y cabello rubio, descender de ese vehículo. Enfocó la vista y sí, era muy guapa. Pero aquella belleza venía acompañando al bastardo que bajó un minuto después del asiento del piloto y enseguida tomó su mano para deslizarse dentro del aeropuerto. Norman ya había elegido a la persona que le ayudaría a encontrar a Egon, y esa persona era la rubia más bella del mundo. Mientras pensaba en el método de acercarse a ella, se dio cuenta que su atuendo era el de un indigente y si quería sorprenderla, tenía que estar presentable; por lo que echó a correr dentro del aeropuerto en busca de los sanitarios. Se quitó el suéter que había tenido puesto por dos días y lo cambió por una camisa azul de cuadros rojos. Y unos Jeans negros con sus tenis Nike que tanto le gustaba. Roció casi todo el desodorante sobre su cuerpo y se mojó el cabello. Se cepilló los dientes y se enjuagó la cara. Tiró la asquerosa ropa sucia en el cesto de basura y se colocó su mochila en la espalda, listo para realizar su trabajo. No por nada era el segundo mejor en enamorar chicas ilusas con el fin de prostituirlas y esa rubia de ojos azules no iba a ser la excepción. Aparte de llevarle la cabeza de Egon a Marlon Blake, también le entregaría esa preciosura. Salió de los sanitarios siendo alguien renovado. Su pelo rubio estaba húmedo y peinado desordenadamente, el cual lo hacía lucir sexy. Y sus ojos grises brillaban de perversidad y oscuridad. Tanto Norman y Egon... tenían el alma podrida y oscura. Atravesó absolutamente todo el aeropuerto en su búsqueda. Pasó mirando por doquier, sin encontrarla. Se detuvo unos momentos en la sala de espera, escrutándole el rostro a cada rubia que divisaba, pero ninguna era ella. Hasta que por fin sus ojos repararon en los azules de la indicada. Solo por unos segundos se sostuvieron la mirada porque ella centró su atención en un sujeto algo mayor y en el cretino del auto. Se mordió el interior de las mejillas dándose cuenta que no tendría ninguna oportunidad en la cual acercarse sin que nadie se diera cuenta, por lo que se dedicó a esperar. De pronto, una pareja de chicas le obstruyeron el campo visual con sus rostros risueños y coquetos. Él arqueó una ceja, mirándolas.
ESTÁS LEYENDO
Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)
Gizem / GerilimDicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener atrofiado una parte del cerebro que les impida tener emociones y sentir lo sentimientos que una persona normal tiene. Psicólogos han llegado...