La seguridad que por unos meses había comenzado a reinar volvió a tornarse turbia y siniestra. Lola no podía quejarse; porque contaba con dos excelentes chicas que estaban al pendiente de ella como si de una princesa se tratase, aunque había veces que Roxanne y Harper desaparecían por días enteros y volvían hechas un desastre y un manojo de nervios.
—¿Qué pasó? —les preguntaba cada que sucedía y el par de féminas simplemente negaban con la cabeza, incapaces de responder. La tediosa espera de algo imposible la estaba debilitando día a día. No sabía con exactitud qué es lo que pasaría al momento de dar a luz a su hijo. Su embarazo había sido camuflado por numerosas vendas y playeras extra grandes para que nadie sospechara. Lo que la tenía más nerviosa era la constante mirada de Norman sobre ella los últimos días. Luego de haber compartido tantas noches de pasión sin dolor de ningún tipo, comenzó a sentir un extraño y nuevo trato de él sobre ella. No solo la cuidaba o le preguntaba qué tal estaba todas las mañanas, sino que la protegía de los idiotas que habían estado presenciando los abusos en el cubículo desde las cámaras de seguridad. De hecho, una noche cuando Lola se preparaba para dormir en la habitación que compartía con las chicas sin la presencia de ambas, alguien entró a asustarla. Ese alguien la inmovilizó rudamente de espaldas a la cama, le cubrió la boca con un pañuelo, la infeliz chica intentó sin éxito identificar su rostro, pero la oscuridad absoluta reinaba y lloró en silencio cuando sintió que la desnudaba sin miramientos. Forcejeó una vez más, sin embargo, recibió un fuerte puñetazo en la mejilla que la hizo ver estrellas. Aturdida, luego de unos segundos de sentir la asquerosa boca del hombre en su cuello, una segunda persona se unió a la fiesta siniestra y chilló.
—¡Aléjate de ella, imbécil! —gritó una voz ronca y masculina que tanto conocía, y que no esperaba oír en ese instante. Y el sujeto que la estaba violentando la soltó de inmediato. Lola se retiró rápidamente de ellos y se arrastró a un rincón de la cama con los ojos bien abiertos.
—¡Ella no es tuya, White! —replicó el sujeto con voz rasposa y mezquina. Entonces vio la silueta de Norman lanzarse encima del hombre. Gruñidos, golpes, maldiciones y más, se escucharon a continuación. La rubia estaba horrorizada y sopesaba la idea de largarse de ahí antes de que la hirieran también. Pero de pronto, un golpe extraño y una rasgadura de algo con demasiada fuerza fue lo que la dejó sin aliento, puesto que el sujeto que luchaba con Norman aulló de dolor y acto seguido quedó en silencio.
—Si te vuelvo a ver qué entras a esta recámara o te acercas un paso a ella, te cortó las bolas, bastardo—siseó Norman con asco y le propició una última patada. Lola se abrazó a sí misma con los ojos entornados. Observó una silueta alejarse en dirección a la puerta y la luz hizo acto de presencia. Lo que ella vio a continuación, la dejó helada y aterrorizada. White tenía las manos, cuello y boca cubiertos de sangre, pero no era suya. Le sonrió a Lola al darse cuenta del miedo que provocaba. Ella miró al sujeto que yacía en el suelo y se cubrió la cara por el horror. Junto a la cabeza del hombre estaba un trozo de carne lleno de sangre que palpitaba, era su lengua.
—¿Lo has matado? —preguntó ella en un susurro.
—Todavía no—respondió Norman sin dejar de mirarla. Parecía un felino de ojos grises listo para atacar.
—¿Le quitaste la lengua?
—Le comí la lengua—le corrigió y se limpió la sangre de la boca con la mano—lo que ves ahí—señaló lo que quedaba de lengua—es solo un pedazo. Lo demás me lo comí.
Un estremecimiento repentino abrasó a la rubia y una serie de arcadas se abrió paso en su interior. No lo pensó dos veces y corrió a devolver lo que había comido en todo el día. Por su parte, Norman se las arregló para sacar al hombre moribundo de la habitación. En el pasillo se encontró con los compañeros del tipo y les obligó a sacarlo de ahí con todo y lo que quedaba de su lengua. Impactados, obedecieron sin decir una palabra. Y para cuando Lola salió del baño, lo halló limpiando la sangre del suelo con un trapeador.
ESTÁS LEYENDO
Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)
Mystery / ThrillerDicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener atrofiado una parte del cerebro que les impida tener emociones y sentir lo sentimientos que una persona normal tiene. Psicólogos han llegado...