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No se trataba de meter sigilosamente un cachorro o alguna otra cosa indebida a su habitación; sino que se trataba de un chico. Un chico con graves problemas de temperamento. Su madre se encontraba felizmente sentada en el sofá platicando con Caroline y esperándola. Shelby le había indicado a Egon que se quedara dentro del escarabajo en lo que ella lograba encontrar la manera de meterlo sin que su familia se diera cuenta. Pero para eso tendría que esperar un par de horas para que ellos se fueran a dormir y aprovecharan la oscuridad para deslizarse a su habitación.

—¿Cómo te fue, Shelby? —le interrogó Caroline, con una sonrisa cómplice.

—Regular. Douglas tuvo que irse a un hotel y lo dejé unas calles cerca—se encogió de hombros y se encaminó a la cocina. Tanta adrenalina y nerviosismo del día la tenían hambrienta. Aprovechó para quitarse las vendas de las manos y sacó el bote de leche de la nevera, buscó un vaso y se bebió a pecho aquel líquido blanco que en ese momento lo sintió delicioso.

—¿Lo conociste en Austria? —su madre apareció detrás de ella con una mirada llena de curiosidad.

—En el avión de regreso—corrigió y se sirvió otro vaso.

—Es muy apuesto, Shelby—le acarició la cabeza con dulzura—me emociona tanto ver que estás creciendo y que pronto te veré casada y con hijos.

—Mamá. No te precipites—estuvo a punto de escupirle la leche encima y esta rio.

—Lo sé. Es una tontería, pero algún día tendrás que casarte y darme muchos nietos. Quiero cinco.

—Vaya. Hace un año dijiste que tres.

—Cada año pienso diferente.

—No me imagino dentro de cinco años—alzó las cejas un par de veces—no soy un conejo que puede dar mil hijos en una sola camada. Además, no tengo novio y veo imposible tu petición. Mejor piensa en Caroline; ella tiene más ventaja en todo ese asunto.

—Ella no es hija mía de sangre, pero lo tendré en cuenta—canturreó, risueña. Y le examinó rápidamente las manos, las cuales todavía tenían un tono morado, pero menos grave que horas atrás.

—Bueno, me voy a dormir—se apresuró a decir al darse cuenta del escrutinio mal disimulado de su madre y dejó el vaso en el fregadero antes de darse la vuelta y dirigirse a las escaleras.

—Son las diez de la noche, ¿ya tienes sueño? Charlie deseaba ver una película todos juntos.

—No, gracias. Estoy agotada, mañana tengo que ir a la escuela, recuérdalo.

—No tienes por qué ir. Tómate unos días, yo me haré cargo de sacar un permiso.

—¿En serio lo harías? —se le iluminaron los ojos.

—Sí, te veo algo cansada y es mejor que estés en casa. A salvo.

—Mmm... solamente te digo que estoy bien, no quiero que te apresures a sacar conjeturas que no valen la pena. Lo que pasó cuando era niña ya es algo del pasado. Confía en mí y todo estará bien—dando por concluida aquella incómoda conversación, subió trotando las escaleras y se encerró en su habitación. Se cambió de ropa enseguida, decidiéndose por un short de licra color negro y una blusa roja con mangas adornadas de corazones. Arregló fugazmente su habitación lo mejor que pudo y se sentó al borde de la cama con su dedo pulgar entre los dientes. Egon iba a pasar la noche en su habitación y tenía pánico. ¿Y si la asesinaba mientras dormía o la secuestraba? Se abrazó a sí misma y se obligó a descartar los pensamientos negativos que tanto albergaban en su mente. Se acostó en la cama y mirando el póster de su adorado Dylan O'Brien, cerró tranquilamente los ojos; sin embargo, alguien llamó a su puerta y estresada, se incorporó y casi gateando abrió la puerta. Era Caroline.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora