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—Vamos a robar un banco.

Al principio, Shelby tuvo que menear la cabeza de un lado a otro y parpadear con una sonrisa irónica en los labios, pensando que Egon quizás se había equivocado o ella había escuchado mal, pero no. Él hablaba muy en serio. Luego de que las clases concluyeran, Egon pasó por ella con el rostro serio y preocupado. Peculiarmente pensativo. Y cuando Shelby le preguntó el motivo de su seriedad, él pronunció aquella frase que, al parecer, sonaba ridícula. "Vamos a robar un banco".

— ¿Es una de tus bromas, no es así? —repuso ella con calma. Él conducía con rapidez y se había colocado sus lentes de sol que le hacían lucir muy atractivo.

—No. Vamos a robar un banco. Ya lo decidí

— ¿Acaso Martha no tiene dinero que pueda proporcionarte?

—Ya ha hecho suficiente por mí. Ahora es tiempo de que yo gane mi propio dinero.

—Puedes buscar un empleo...

—A veces eres tan divertida—rio con ganas.

—No puedo ayudarte a robar. Soy inexperta.

—No harás nada peligroso—dijo con naturalidad—solamente vas a ser la distracción.

—Pídele ayuda a los gemelos.

—Ellos están más que dispuestos a hacerlo. Solo faltas tú.

—Estás equivocado. Yo no tengo por qué convertirme en una ladrona—se negó rotundamente, presa del pánico—y no puedes obligarme.

Las aletas de la nariz de Egon se abrieron y cerraron como señal de frustración. Condujo unos kilómetros más y aparcó a la vuelta del banco más importante de la ciudad y Shelby estuvo tentada a lanzarse por la ventana y gatear a un lugar seguro. Supo que estaba en problemas cuando vio a Egon ponerse un pasamontaña en la cabeza tal y como el ladrón de su cocina llevaba puesto. También se quitó la camisa y la sustituyó por una playera vieja y desgastada. Comenzó a quitarse los zapatos y ponerse unos tenis.

— ¿Qué demonios...?

Y él le lanzó una mirada feroz, haciéndola callar de inmediato. De pronto, sintió las manos de Egon situarse en su pecho y sintió el jalón de su ropa romperse y resaltar su busto con el sostén de encaje que tenía. Horrorizada, apartó las manos de Egon e intentó cubrirse, pero él le dio un manotazo y siguió hurgando en su ropa hasta hacerla parecer una prostituta.

— ¡No me toques! —gimió y forcejeó con él hasta que Egon por fin se alejó de ella con una mueca.

—Sal del auto y quédate aquí.

— ¿Qué vas a hacer?

Ella entornó los ojos al ver salir a Austin y a Egon precipitadamente y alcanzó a verles una pistola debajo de la playera.

—Ya sabes qué haré—gruñó Egon y comenzó a caminar con firmeza hacia el banco.

— ¿Qué debo hacer yo? —le gritó Shelby.

—Usar tus encantos. Eres mujer, seduce a los policías si en caso llegan, ¡No sé!

Frunció el ceño y sintió que las piernas le temblaban. Egon desapareció en una esquina y ella se hundió en el asiento, ocultando la desnudez de su pecho con ambos brazos.

— ¡No te quedes ahí! —le oyó gritar a una chica fuera del cristal y sobresaltada, volteó a verla. Era Aubrey, la gemela malvada que iba vestida con un mini vestido más arriba de los muslos, color rojo, y el maquillaje cargado de su rostro la hacía lucir graciosa.

—No voy a actuar como una demente.

—Baja del auto y haz lo que yo haga.

Arrugó la nariz al verla caminar contoneando las caderas hacia la esquina por donde Egon había ido. Se miraba ridícula e idiota y desde luego que no haría lo mismo. Si ella iba a estar involucrada en un robo, lo haría a su manera. Cogió la camisa de Egon y se la enrolló alrededor de la cara con la finalidad de que solo sus ojos se miraran, buscó en el maletero y se sorprendió ver una pequeña pistola. Estaba cargada y bajó con decisión del Audi. Alcanzó enseguida a Aubrey, que siguió caminando como una prostituta con problemas al caminar y se situó a sus espaldas con la pistola puesta en unos de sus bolsillos.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora