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Dorian entró sin miramientos a la habitación de su hija, siendo escoltado por sus tres hombretones que noquearon al par de policías que resguardaban la puerta. Trixie se quedó afuera, observando nerviosamente a los policías en el suelo y sintiendo la mirada de Charlie y Caroline quemándole la espalda. Al momento que Tyler puso un pie dentro, sintió un gran cambio en el ambiente. Olía a medicina y a limpio. Arrugó la nariz y apartó la cortina, haciendo callar a la enfermera con la mirada cuando esta se disponía a protestar. Se acercó poco a poco a donde su única hija se hallaba postrada con los ojos cerrados y los brazos vendados. Ya respiraba por sí sola y se encontraba dormida. Se sentó en el asiento que estaba situado junto a ella y con cautela, le tomó una de sus manos entre las suyas y comenzó a acariciarla suavemente, mirándola fijamente en espera de su reacción. Pero Shelby no despertó.

—Hija—dijo con voz profunda—soy yo, tu papá. Despierta.

Sin embargo, ella continuó con los ojos cerrados. Volvió su atractivo rostro hacia la enfermera que lo observaba estupefacta y gruñó.

—¿Por qué no despierta?

—Le suministré una dosis de sedante para que pueda dormir perfectamente bien.

—¿Por qué? —espetó, molesto.

—Son órdenes médicas, señor...

—Haz que reaccione. Ya no más sedantes, ¿entiendes? O te volaré la cabeza en pedazos si vuelves a tocar a mi hija.

La enfermera, consciente de sus palabras, tragó saliva y se apresuró a llegar hasta Shelby para tomarle el pulso.

—Ella despertará en un par de horas más. No hay otro medicamento que pueda darle para reaccionar. Tiene que esperar a que pase el efecto.

Dorian asintió y en su rostro se formó una mueca de desagrado cuando cruzó mirada con la mujer y esta, intimidada, se disculpó y se retiró dando zancadas. Se escuchó un leve grito desde afuera, señal de haber visto a los dos policías inconscientes, pero a Dorian le importó bien poco.

—Shelby, despierta ya, cariño—un suspiro por parte de ella hizo que él le palmeara la mano.

—¿No crees que exageras demasiado al venir con semejante medio de transporte y noquear a dos pobres hombres solo por ver a Shelby?

Dorian Tyler dio un respingo cuando la voz de su ex mujer surgió a sus espaldas en medio del silencio después de quince minutos a solas con su hija. Se frotó el puente de la nariz con los dedos y gruñó con irritación.

—¿Podrías dejarme a solas con mi hija, Trixie?

—¿Por qué ahora te preocupas por ella, y no cuando fuiste un reverendo idiota al dejarla sola? —insistió la mujer, con mucho veneno. Trixie se situó del otro lado de Shelby y miró con recelo a Dorian.

—Sabes bien que lo hice por su seguridad y la tuya—masculló entre dientes, sin verla—soy un maldito criminal, Trixie. Mi hija no tenía por qué saber a lo que me dedico.

—Bueno, ahora lo sabe y se enamoró de un criminal.

—Te recuerdo que hace muchos años también te enamoraste de mí, a sabiendas que era un homicida que buscaba la gloria suprema y, aun así, aceptaste casarte conmigo, pero todo cambió...

—Cambió cuando me engañaste con una prima tuya, la cual habías encontrado luego de mucho tiempo porque pensaste que eras huérfano por completo, ¿y qué hiciste? ¡Acostarte con ella! —interpuso con asco. Dorian rodó los ojos—con tu estúpida prima, Tyler. Tu maldita familia. Ahí me di cuenta cuán asqueroso y loco eras.

—Cállate. Shelby puede escucharte—siseó.

—Ella está dormida.

—Entonces no veo la razón por la cual recordar nuestra vida pasada.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora