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Shelby Cash. ¡Detente ahí! —vociferó él—saldré solamente de aquí sí vienes conmigo.

Egon pronunció aquellas palabras en inglés con un acento atractivo y su masculina mano—que esperaba la suya—se encontraba extendida hacia ella. Shelby no podía decir nada y tampoco pensar. ¿Qué era lo que debía hacer?

—No, Egon. ¿Qué haces? —se apresuró a intervenir el sujeto que lo acompañaba—es solo una niña. Vámonos.

Pero Egon lo ignoró por completo y siguió esperándola con la mano extendida. Observó cómo los policías restantes miraban horrorizados la escena y los demás estudiantes parecían haber salido de un cuento de terror por tener el rostro pálido y verdoso. Y al momento que Shelby tomó la decisión de colocar su mano sobre la suya, él tiró de ella y la hizo girar, poniéndola de espaldas a él y dejándola inmovilizada entre sus brazos. Pasó rápidamente su brazo izquierdo alrededor de su cuello y con la otra mano que tenía disponible, cogió un revólver del cinturón y le quitó el seguro. Shelby contuvo el aliento mientras Egon apuntaba a todas direcciones.

—Nadie se mueva de aquí o le disparo—gruñó en su lengua natal, apuntándole fugazmente a la cabeza. Ella cerró los ojos conteniendo las lágrimas. Nunca habría deseado estar en una situación como esa, a pesar de ser fanática de los criminales. Ahora en vez de admiración, sentía odio y rencor hacia ese bastardo homicida que la tenía de rehén.

—¡Déjala en paz! —le gritó su compañero y Egon volteó a verlo y le regaló una gélida mirada que lo hizo titubear.

—Cállate, Gale—reanudó su discurso para con los policías que yacían heridos en el piso y sonrió—volveré para matar a cada uno de ustedes. Por el momento me largo de aquí con esta belleza—pegó su nariz al cuello de Shelby e inhaló su aroma con placer. Ella apretó los labios y colocó sus manos sobre el brazo de Egon y este dio un respingo—no me toques, no te he dado permiso de hacerlo. Ahora coopera conmigo y prometo no matarte—susurró en su oído—por ahora.

Shelby asintió con tal de no recibir un disparo en la cabeza y se dejó arrastrar por él y por el sujeto llamado Gale por la salida de emergencia. Egon la sujetó con fuerza del brazo e intercambió algunas palabras con su colega en alemán y ella por poco se desmayó al ver como se quitaba una granada del cinturón sin temor y se preparaba para quitarle el seguro.

—¿¡Qué haces!?—chilló, alterada.

—¿Para qué sirve una granada? Para estallar—la miró como idiota y le guiñó el ojo. Le apretó el antebrazo con fuerza y la obligó a correr por largos pasillos hasta que se detuvieron frente a un muro de concreto de unos cinco metros de altura que salvaguardaba la cárcel—te sugiero que te cubras los tímpanos. No estás acostumbrada a este tipo de música.

—¿Música?

—Sí. Música. Ya te había dicho que los gritos de piedad de mis víctimas son como música clásica para mis oídos. Bien, pues el estallar de las granadas es música metalera—ahogó una risa nasal. Gale y Shelby fruncieron el ceño.

—¡Hazlo ahora! —gritó Gale, al tiempo que corría lejos a ocultarse. Shelby se quedó estática viendo a Egon quitarle el seguro a la granada y arrojarla contra el muro.

—¡Idiota, agáchate! —vociferó él, cogiéndola de la mano y tirándola al suelo. Egon la abrazó y la protegió con su cuerpo al momento del impacto. Miles de fragmentos salieron disipados en todas direcciones y gracias a que él usó su propio cuerpo para protegerla, ella no sintió el impacto de un trozo de concreto que estaba destinado a aplastarla pero que él logró esquivar, rodando los dos por el césped.

—¡Es hora de largarnos ya! —oyeron gritar a Gale.

Shelby abrió los ojos y hasta en ese momento se percató que lo había abrazado como un koala: Con las piernas alrededor de su cadera y sus brazos alrededor de su pecho; y él, rojo por la adrenalina, la miró con perplejidad y luego su rostro se enfureció. Se apartó de ella bruscamente para ponerse de pie.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora