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Egon asintió y dejó que Shelby le borrara las lágrimas a besos. Se dejó mimar por ella y ambos se tumbaron en la cama.

—¿Qué fue lo que realmente le pasó a Martha? —preguntó ella con cautela. Le dolía saber que jamás volvería a ver a esa anciana simpática nunca más. Y Egon se estremeció con la mirada perdida. Su rostro maltratado se ensombreció.

—Veníamos de regreso y nos interceptaron tres camionetas negras, obstruyéndonos el paso. Acabábamos de encaminarnos hacia acá, pero nos encontraron y eran muchos bastardos completamente armados. Ni si quiera me dio tiempo de retroceder porque ya nos estaban apuntando francotiradores desde las camionetas—explicó con los puños cerrados y su respiración se volvió dificultosa—el caso es, que nos rodearon y nos obligaron a bajar del Jetta bajo amenaza y obedecimos—suspiró—miré como Martha sacó el arma de su cintura y comenzaba a disparar genuinamente hacia todos, dándoles en la cabeza a la mayoría y pensé que teníamos una oportunidad, por lo que Austin y yo comenzamos a pelear cuerpo a cuerpo con ellos. Íbamos ganando, pero luego se unió una cuarta camioneta y de ella salieron otro sinfín de hombres armados que dispararon en dirección a Martha, cuando me di cuenta de lo que pasaba, corrí a ella, pero un estúpido me tecleó por detrás y caí aturdido. Miré todo negro por unos segundos, y tras recuperar los sentidos, divisé a Martha en manos de tres hombres, a los que alguna vez consideré buena compañía y me sonrieron al tiempo que la estampaban al suelo con dureza y ella me miraba horrorizada.

Shelby escuchaba asustada el relato de Egon y deseó poder evitar esa tragedia.

—La verdad es que todo pasó tan rápido que aún sigo desconcertado—continuó diciendo él, abatido—Martha nos gritó a Austin y a mí y cuando volvimos el rostro a ella, uno de los hombres le pateó la cara con brusquedad y yo gruñí encolerizado y me le fui encima a los sujetos; en eso Martha escupió sangre y me dijo con total calma: "TIENEN QUE SALIR DE AQUÍ, AHORA. NO IMPORTA LO QUE PASA, VÁYANSE" la miré con perplejidad y nos quedamos estáticos. Al igual los francotiradores, fruncieron el ceño sin entender. Entonces Martha logró liberar una mano y de su pecho sacó una granada. Por supuesto que todos retrocedieron, excepto yo. Quería salvarla, no quería que muriera.

Cerró los ojos con fuerza y siseó palabras en alemán que Shelby no pudo entender.

—No fue tu culpa...

—¡Sí lo fue! Ella fue lo suficiente valiente para lanzar la granada y sacrificarse por nosotros. Por mí—rugió—Austin fue el que condujo porque yo estaba paralizado. Explotaron tres camionetas y por poco nosotros también, pero el chico se las ingenió para sacarnos a toda velocidad de ahí.

—La culpa lo tiene el bastardo de tu ex jefe, Martha solamente salvó sus vidas. Tú no tuviste nada que ver—le recordó Shelby.

—No lo entiendes, ¿verdad? —la miró, herido—ella era lo más cercano a una madre y abuela que he tenido en tanto tiempo.

Shelby se mordió los labios y lo atrajo hacia su pecho donde el recargó su mejilla y sollozó entre temblores corporales, pero ella no dejó de abrazarlo y de susurrarle que todo estaba bien. Mientras tanto, en la siguiente habitación, Gabbe había recuperado la consciencia y forcejeaba en el suelo tratando de liberarse de las ataduras que Austin y Thomas le habían proporcionado. Incluso su boca estaba tapada con casi toda la cinta adhesiva y un calcetín sucio que Austin le metió adentro de su cavidad bucal solo para joderlo. Los ojos azules de Gabbe estaban muy abiertos y lanzaba gruñidos inaudibles.

—Te dije que Egon era un chico de cuidado—se burló Thomas, bebiéndose un poco de cerveza que había encontrado oculto en las cosas que Austin había llevado y Gabbe puso los ojos en blanco.

—Déjalo de molestar—le espetó Austin con los ojos en llamas—este bastado tiene suerte que Egon no me haya dado la orden de descuartizarlo en pequeños pedazos y dárselos a los perros.

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora