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—... y para que lo sepas bien, mi tatuaje sí tiene un motivo. Las tres aves son mi madre y mis dos hermanas, sé que es un lugar donde es privado, pero por eso mismo lo elegí. Tenerlas a las tres ahí es como tenerlas lejos de las personas. Son solo mías y a menos que encuentre a alguien con quien compartirlas las libero, ya sabes a que me refiero—rio, totalmente tranquilo, a comparación a minutos atrás—por eso quise liberarlas contigo al no usar protección—la miró y se quedó callado tratando de descifrar la expresión de Shelby— ¿Qué sucede? ¡No me mires así! Tú decidiste saber mi vida, ahora sé buena en afrontar las consecuencias.

—¿Norman es tu primo? ¿Es de tu familia? ¿Lleva tu sangre? —balbuceó ella, sin salir de la sorpresa.

—¿No te sorprende más que yo tenga un tatuaje en el pene en honor a mi madre y hermanas?

—No. Cada quién es libre de tatuarse en cualquier parte—contestó, impactada—a mí me desconcierta eso de que Norman es tu pariente. Me niego a creerlo. Él asesinó a tu madre y quiso asesinar... me.

—Sí. Es mi primo de sangre. Nos une muchos lazos, pero a mí me importa una mierda. Acabaré con él.

—¿Por qué no lo asesinaste cuando asesinó a tu madre?

—Porque su padre me amenazó con matarme y enviar a mis hermanas a prostituirse en otro país; y aterrado, reprimí el dolor, haciéndome una promesa de no volver a sentir cariño por nadie. Mis emociones fueron anuladas por mi cerebro hasta que apareciste en mi maldito camino. Cuando vi tus ojos mieles mirarme en ese sucio y deprimente cubículo, me desarmaste.

—Pero dices que no puedes amarme—bajó la vista a sus manos—ni si quiera me quieres, solo te gusto.

—¡Claro que te quiero! —exclamó él y le dio un puñetazo a la cama, haciéndola saltar del susto—me gustas tanto que creo que no es solo un gusto lo que me atrae a ti. Te quiero de todas las malditas maneras.

—Pero no me amas.

—Tampoco tú me amas.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Dijiste solamente que me querías.

Te quiero y te amo—confesó Shelby, en un susurro.

—¡No lo digas! —se cubrió las orejas—el amor no existe, amar es solo una fantasía. Solo existe la atracción y quizás un poco... el querer.

—¡El amor sí existe si tú así lo crees! —le quitó las manos de las orejas y lo obligó a mirarla a los ojos—dices eso porque estás muy lastimado. Tienes miedo de volver a sufrir y a sentir dolor, pero yo jamás te haría daño, en lo absoluto.

—El que te puede hacer daño soy yo.

—El mayor daño que puedes hacerme a mí, es dañándote a ti mismo.

—No me hago daño es solo que...

—Quítate la armadura un momento, Príncipe Sádico. Ya la has tenido bastante tiempo y es hora de un respiro porque comienza a pegarse en tu piel.

—¿Qué clase de metáfora es esa? —vaciló, sonriendo.

—Una muy efectiva.

—Quizás solo me la quitaré cuando esté contigo a solas, como ahora—fingió quitarse algo invisible del cuerpo y la miró—listo, armadura al carajo.

Shelby suspiró y lo abrazó cálidamente. Y cuando él le devolvió el abrazo, supo que ese chico sanguinario estaba dispuesto a dejarse amar.

—Ahora cuéntame, ¿Por qué Norman te llamó Allen y tú le llamaste Benjamin?

Dark Beauty © Libro 1. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora