Tsubame

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-¿Diga?- contestó una voz masculina

-¿Hablo con el Dr. Tsubame Ozuno?

-Sí ¿quién habla?

-Soy Lum, novia de Ataru Moroboshi

-Ah Lum, qué gusto saludarte ¿todo bien con Ataru?- preguntó temiendo una crisis de su paciente

-El está bien- aseguró- sólo que el día de ayer tuvimos un imprevisto y nuestros amigos de la Tierra incluida su novia Sakura, vinieron a por él para una misión de investigación, no sabemos cuánto tiempo tarden ni qué ocurrirá por lo que llamo para avisarle que no asistirá probablemente a su sesión, espero que no tarden mucho.

-Entiendo, espero que todo salga bien, dile que me busque en cuanto tenga tiempo.

-Lo haré, muchas gracias.

Tsubame colgó sintiéndose triste por no haberse enterado antes que Sakura no estaba, reconociendo que sus múltiples profesiones y oficios lo alejaban de tener un contacto frecuente con su prometida. Se quitó los lentes de vista cansada que usaba para leer documentos mientras se desparramaba en su asiento sintiendo el dolor en sus articulaciones bajas.

A sus cortos 30 años, Tsubame sentía un agotamiento físico y mental digno de alguien con muchas más décadas en su espalda; no era fácil sostener ambos trabajos, el de oscurantismo y aquel que se apegaba más a lo que la sociedad esperaba de él, de aquel respetable y honorable muchacho que había concluido con éxito su doctorado en psicoanálisis, encontrando en aquella doctrina, muchas similitudes simbólicas con su otra gran pasión.

Tsubame se partía en mil pedazos para hacerlo todo: horas de estudio sobre misticismo y magia oscura, años invertidos en sacar licenciatura, maestría y doctorado que lo avalaran como un psicoterapeuta experimentado en trauma, constantes actualizaciones en salud, libros enteros devorados depositados en su amplio escritorio, cerca de 35 pacientes a la semana, todos ellos con diagnósticos fronterizos, psicóticos y de trauma, a veces los 3 presentes en un mismo individuo.

Buscó su agenda para comprobar cuáles eran sus demás pendientes, encontrando que milagrosamente, los pacientes se habían acumulado por alguna razón en los próximos dos días, sintiendo una mezcla entre  alivio por tener la tarde libre pero también miedo al agotamiento de lo que representaba tener 10 o 12 consultas continuas en los días siguientes.

El hombre se levantó de su asiento mientras  tomaba su larga capa y un sobre sellado de su escritorio mientras salía del consultorio buscando regresar por un día al menos, temprano a casa. Vivía solo y aunque varias veces pensó en invitar a Sakura a dar aquel paso, sabía que para ella era importante tener su boda ansiada, él pensaba darle ese gusto, sin embargo, su apretada agenda y pendientes siempre les impedía planear algo, a ambos, ya que al igual que él, su prometida era otro caso de bornout andante.

Tsubame  entró a su departamento cansado, buscando servirse una taza de café mientras se recostaba en la cama abriendo aquel sobre

/////Flashback//////

-Tsubame, qué sorpresa, por fin saliste de las tinieblas

-Ahórrate el sarcasmo- solicitó- sabes que estoy al borde de trabajo

El hombre se sentó en la barra del bar acompañando a su amigo de universidad mientras pedía un ron.

-Es una decisión que tomas compadre- se burló- siempre has sido un cerebrito de cuidado

Tsubame ignoró a su amigo mientras tomaba lentamente de su vaso, recordando que únicamente hizo un espacio en su agenda con un motivo en específico.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora