El comienzo

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Muchas cosas habían cambiado en pocos días y aunque ya todos estaban acostumbrados a eso, las nuevas modificaciones estaban resultando difíciles de procesar para la mayoría, sin embargo, tampoco se encontraban especialmente desanimados, incluso cuando la figura "máxima" de guía y de autoridad se encontraba ausente sin que nadie hablara de ello aún, como si temieran que su trayectoria se viera afectada con el primer indicio de hipotetizar sobre sus intenciones.

Las faltas del rey Oki y del fallecido Uno eran difíciles de compensar, los capitanes, los consejeros y la familia real hacían todo por subsanar los vacíos gigantescos que dejaron los onis, empero, de alguna forma, todo se mantenía a flote de maneras que hasta parecían sospechosas considerando la información revelada previa a la crisis, o mejor dicho, las crisis, la imperial, y la de pareja. Todos podían notar que esta última había sido resuelta, sin embargo, aquellos que eran  onis sabían exactamente lo que había sucedido entre ellos.

Ataru se sorprendió al no encontrarse avergonzado ante la nueva información post sexo que recibió por parte de Lum, sintiéndose incluso de nuevo excitado cuando le enumeraron las características que ahora se añadirían a su relación, y lo que era más ¿interesante? estas podían ser notable ante otros onis. Descubrir que la raza a la que él también pertenecía ¿? era mucho más sexual de lo que imaginaba le gustó, aunque honestamente, ya se lo imaginaba.

El nuevo olor que ambos exudaban, insólitamente, podía detectarlo, de hecho, recordaba vagamente haber olfateado algo parecido en la madre de Lum cuando empezó a entrenarlo; de nueva cuenta, se admiró al notar que no se sentía ni ligeramente abochornado por conceptualizar que su suegra, olía a sexo y a su marido, especialmente por las mañanas. Se preguntó si algo en su mentalidad había cambiado también después de haberse compartido de esa manera sexual por completo; no se preocupó mucho por tener respuesta.

No se encontraba ni ligeramente inquieto por que alguien notara lo que había sucedido, ni que descubrieran que  era lo que pensaba la mayor parte del tiempo en que no estaba inmiscuido en guerra y planeación; tampoco se iba a esforzar en ocultar sus intenciones y mucho  menos iba a bajar el nivel de sus contactos físicos "públicos" que en los últimos 10 meses habían ascendido de una forma hasta caricaturesca, desde tomarse de las manos y darse ocasionales besos hasta la actualidad en donde no tenía mayor problema en sentarla en sus piernas en juntas informales, en entornos serios, ella tenía su lugar, como lo que era, la princesa de Oniboshi.

Lo que sí le costó un poco de esfuerzo mental fue el comunicar, a la par de su prometida, lo que pudieron averiguar sobre su ¿alma? y el destino compartido; no fue sencillo de contar, mucho menos porque de manera individual, habían coincidido en que era raro haberse enterado de eso pues ahora compartían memorias que parecían suyas pero que eran completamente ajenas. Llegaron al acuerdo mutuo de no replicar las vivencias pasadas de su herencia fuera de lo que era de interés imperial, esto por considerarlas íntimas, sagradas.

Lo que sí era útil de dar a conocer a todos era el por qué sus antepasados habían hecho eso, aunque prácticamente, la respuesta era la misma que lo que habían imaginado en un inicio: "porque querían, porque podían". La voluntad heredada que ahora era visible para Lum, le había permitido soltar la culpa que la carcomía, las pesadillas de humanos parecidos a sus amigos que eran abandonados en Gut, porque ahora entendía que ella no eran esos onis crueles que los torturaron, ella era la oni que murió tras dar a luz en una cueva después de amar inmensamente a un terrícola.

Los entrenamientos físicos habían cesado aunque no por completo, las prioridades eran distintas y Benten lo entendía, de hecho, solía ser un gran apoyo para Ataru que extrañamente, estaba destacando aún más que Lum en cuando a la estrategia militar que estaban planeando con Meleoron. Ella había estado en un par de eventos bélicos, él en ninguno, y aún así, se las arreglaba para dar propuestas que dejaban al planificador de ataque un tanto sorprendido.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora