Separaciones y reconciliaciones

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-Con su permiso, Ran, si necesitas algo...- los ojos oscuros se clavaban en la mujer- sólo avísame

-No te preocupes Ryoko chan- aseguró con una pequeña sonrisa

La menor de los Mendo abandonó el lugar mientras dejaba sola a hija y madre que se veían sin decirse una palabra; la mirada de ambas, se adivinaba fría, feroz, irascible y profunda

-¿Qué quieres?- preguntó a su progenitora

-¿Cómo te atreves a hablarle así a tu madre?

El miedo quiso gestarse en su pecho, los múltiples recuerdos de regaños y golpizas, cada insulto propinado, cada ángulo de su retorcida crianza que estaba supuestamente destinada a hacerla una gran guerrera, todo eso, la hizo retroceder medio paso de su cercanía. Yun frunció el entrecejo, al mismo tiempo que se sintió rechazada por su única hija que también ya presentaba un abultamiento en el vientre

-Ya no puedes amedrentarme- dijo tratando de emular la seguridad- ya no lo permitiré, y mucho menos dejaré, que mi hijo o hija crezca de la misma manera en la que yo lo hice

-Te crié bajo los más altos estándares de orgullo de una gran guerrera- se defendió mostrando los colmillos- que hayas decidido tomar otro camino no es mi culpa

-¿Y no será esa repugnante educación lo que me hizo alejarme de todo eso?- bramó enfurecida- siempre has sido una canalla, me has roto de todas las maneras posibles- esto último lo dijo furiosa pero con un par de lágrimas nacientes en los globos oculares

Yun quedó atónita, sabía ya que su hija la odiaba, que a sus espaldas la llamaba con un sinfín de nombres que francamente en ocasiones le enorgullecían, porque imaginaba que era una prueba de su voluntad inquebrantable. También conocía que Ran no se había tomado a bien todas las partes de su crianza que tenían el único objetivo de hacer de ella alguien fuerte y valiente, poniendo mayor esfuerzo al notar que su hija de hecho era muy miedosa de pequeña.

-¿Y la solución entonces fue quedarte como una paria en un planeta lejano?- las palabras eran soeces, crudas- ah no, que viniste a vengarte de la princesa del imperio al que pertenecemos como una gran estúpida y traicionera- la acusó con resentimiento

Ran se enfureció, su mente viajó a todos los momentos en que su "amiga" de la infancia le jodió más la existencia de lo que ya la tenía; el coraje la gobernó al recordar que de hecho, nunca se había disculpado de manera correcta, de manera sincera. Sus sentimientos por Lum eran fluctuantes, dependían bastante de su humor y del momento disociativo en el que se encontrara; hasta ahora, los únicos inmunes a sus cambios de conducta eran Rei y la familia Mendo.

-Tenía que vengarme- explicó- aunque tú nunca me lo creíste, ella fue la protagonista de muchas de las meadas por las que me partiste el culo a nalgadas- al ver que su madre estaba siendo ella misma, decidió hacer lo mismo

-No soy imbécil- dijo esbozando una tétrica sonrisa- por supuesto que sabía que Lum era culpable

Ran se quedó en shock, sintió horror profundo al contemplar la honestidad asomarse en el rostro de su madre

-Entonces...¿por qué?- susurró con la voz atónita

-¿Pretendías que reprendiera a la hija del emperador, la próxima reina de Oniboshi?- lo decía como si fuera algo obvio, algo justificable

Ran se quedó en silencio por algunos minutos, intentando aclarar su mente, tranquilizarse y comunicar lo necesario para cerrar con aquello, ya que no quería alterarse de más, lo sabía riesgoso para su embarazo.

-Debí suponerlo, eres una bastarda- la voz continuaba siendo baja- no me di cuenta, que ese odio por Lum debió estar repartido con la verdadera adulta de los incidentes- el flequillo tapaba su mirada- no pienso repetir tus asquerosos patrones, yo no le haría nada de eso a mi hija aunque los mismísimos dioses fueran mis jefes

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora