Seiryū

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"No lo digas"

Decretó más de cien veces en su mente en apenas cinco minutos

"No lo digas"

Se exigió con un nudo que comenzaba a causarle asfixia en la garganta

"No lo digas"

Sabía en el fondo, que alguien debía hacerlo, alguien al menos con el mismo peso que él ostentaba, lo cual dejaba aquella palabra que se negaba a dejar salir de su boca, casi sin oportunidades.

"No seas cobarde"

Se reprendió mentalmente con aquella voz lejanísima que casi dos años antes, le había convencido de dejar sus miedos atrás y enfrentarse a lo que su versión pasada, consideraba, atroz. Pero en esta ocasión, no estaba luchando en contra de sí mismo, de sus traumas e inseguridades, sino que el enemigo, mucho más tangible y feroz, le mostraba a punta de evidencias, lo jodidos que estaban.

Ataru aprovechó las milésimas de segundo en las cuales el grupo frente a ellos colapsaba debido a la gigantesca bola de electricidad que Lum y su madre les lanzaban; la presencia de su suegra, acuerpando a su hija, más allá de tranquilizarlo, le ponía más ansioso. Los rasgos posesivos, por fin había comenzado a sentirlos pocos meses atrás por otros, por aquellos que podía asegurar que amaba.

Amar, ese logro desbloqueado que nunca fue su verdadera intención, ese algo que hizo que pronto pudiera sentirse seguro no únicamente con ella, sino con los que los rodeaban. La sensación de querer salvaguardar la vida de Oten y Jariten únicamente fue el inicio de una nueva parte de sí mismo que lejos de su egoísmo usual, deseaba ver con bienestar a todos aquellos que lo habían acompañado en su camino.

Haciendo uso de la velocidad absoluta que el traje de Raam le suponía, se tomó un momento para analizar el escenario,  podía  hacer esto e incluso adelantarse un poco en su visión hacia el futuro, no por mucho,  pues no era ningún tipo de psíquico, sino que sus sentidos sensibilizados y su cuerpo atento y en racha de adrenalina constante, le permitía llevar una modesta delantera de anticipo.

Se detuvo a contemplar a Lum y a su madre encargándose nuevamente, de los enemigos, sin embargo, esto no era ninguna victoria, pues llevaban mucho más de quince minutos en ello. Apretó los dientes mientras veía a los luchadores convertidos en arena, de nuevo surgir del polvo y atacar, siendo esta la sexta vez que eran vencidos por ellas, para luego resurgir, una y otra vez.

Recordó que en el pasado, aquellos seres eran suficientemente letales para ellos, para Uno, por lo que inicialmente, tuvo miedo, empero, los meses de entrenamiento y los trajes de guerra le hicieron ver pronto sus gigantescos avances. Después de hacer un rápido recorrido con sus ojos, pudo descifrar la estrategia del enemigo ya que aquellos cuerpos que perecían y resurgían, en efecto, no tenían ningún tipo de intención de aniquilarlos, sino de acorralarlos.

Hizo un conteo mental de aquellos que también luchaban contra esa ¿raza? que casualmente eran sus aliados más poderosos, que aunque no presentaban ninguna dificultad para extinguirlos, tampoco podían liberarse enteramente de ellos. Las conexiones cerebrales de Ataru se duplicaron mientras recolectaba información visual sobre la formación de batalla.

"¿Qué buscan con esto?"

"¿Ganar tiempo?"

"¿Debilitarnos por fatiga?"

A la par de sus resoluciones, buscó en el horizonte al resto de los enemigos, batiéndose a duelo contra los que restaban, sus colegas y aliados que soportaban el mar de individuos que desde un inicio, redoblaban sus filas. La desesperanza, no pensaba que podía sentirla reiteradamente y mediante múltiples expresiones, ocasionándole un desencanto eterno de algo, que jamás tuvo oportunidad de ser, de resistir.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora