El inicio de la batalla

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La ausencia de cualquier muestra orgánica de vida les mostró el compromiso con la espera, lo definitivo del encuentro que era más allá de anticipado, necesario. En el universo entero, en cada sistema y galaxia perteneciente o no a OPPE, se conocía aquel segundero que pronto pasó a quedar en ceros: la segunda guerra espacial, había comenzado mucho antes de que llegaran a un Oniboshi que los recibía vacío y plano.

Lo esperaban hasta cierto punto, aquella recepción solitaria y carente del aeropuerto que usualmente estaba repleto de onis, empero, después de un tiempo, comenzaron a elucubrar teorías paranoicas. Los aliados del imperio, desconocían que los enemigos rozaban los límites de la cordura al igual que ellos, el cansancio y la fatiga de los movimientos políticos, de las intenciones de espionaje y de la recolección de filas y filas de luchadores, comenzaron a alterar la realidad, la confianza en su plan que meses atras, años atras, les parecía inquebrantable.

Aunque muchas partes de la óptica parecía favorecerles, el vacío narrativo constante les ponía a pensar, a relexionar; por ello mismo, Alden, líder y mente maestra detrás de la logística de combate, no se fiaba de nada, ni siquiera de sí mismo y aunque con frecuencia solía encontrar la calma en sus compañeros, se preguntaba e indagaba mucho más en la psicología, o lo que él pensaba que era la psicología de los onis, para crear una estrategia.

Contrario a lo que muchos pensarían, ni él ni su raza tenían nada en contra de los onis, y de hecho, había descubierto que otros aliados se encontraban en la misma posición, empero, los beneficios y promesas los mantenían anclados inicialmente, para después pasar al miedo. El ser exhibidos por OPPE meses atrás, fue el pegamento que faltaba para perder aquellos engranes débiles e inseguros como los inútiles gag, a la par de su gobernante Raag, del que no se había escuchado nada desde hacía mucho tiempo.

Pero Alden no se complicaba la mente, no se confundía respecto a sus lealtades, envuelto en un narcisismo de alto nivel, buscaba demostrarse a sí mismo que podía trascender, aquel deseo natural, insaciable e incontrolable por encontrar un sentido, dejar una marca y generar un cambio, cualquiera que fuera, no era quisquilloso. Después de poco más de la mitad de su esperanza de vida, contaba con el equilibrio perfecto entre experiencia, creatividad e innovación.

Parte de su minusiciosa intervención, de su gran estrategia militar, consideraba el orgullo natural de un oni, que lo obligaba a abrir las puertas y encarar al peligro, sin embargo, continuaban teniendo en su adn aquellos rezagos de crueldad y dominio, por lo que, había mapeado algo muy similar a lo que aconteció minutos despues de que él y su flotilla abarcaran el espacio, buscando, esperando.

Sus globos oculares, enfocaron a lo lejos a quienes había esperado ver, se felicitó y se engrandeció ante sus aciertos, porque aunque los onis, definitivamente participarían en el campo, nunca llegarían en primer lugar, en cambio, usarían como anzuelo de búsqueda a un aliado fuerte pero no indispensable, uno que sería capaz de acuerpar, recavar información, proteger y volver a la fila principal, quizás con algunas bajas, sin que esto socavara su fuerza.

Los guerreros de Fukujin, dirigidos por Benten, iniciaron los ataques a distancia ante un ejército alado cuyo líder ya estaba preparado; Alden abrió sus enormes alas para cubrir su cuerpo y el de su general a su izquierda mientras gritaba las órdenes necesarias. Aquel primer encuentro, tenía un objetivo muy particular, pues no era precisamente el de intimidar ni de entrar completamente en acción, se trataba de algo incluso curiosamente protocolario, oscilante ente la producción y la presentación.

Usualmente así sucedía, un intercambio de fuego  a distancia, un calentamiento paulatino y generalizado que encendía ligeramente los ánimos, una exploración y presentación de lo que a continuación pasaría. Estaban lo suficientemente cerca como para mirar sus figuras y armas, pero también algo lejos como para distinguir sus rostros, sus gesticulaciones e intenciones.

Alden descubrió en aquella longitud de manera sagaz lo que estaba buscando; la conocía de nombre, había escuchado de ella a través de relatos de otros, más nunca se había esperado que se tratara de una belleza  que aún remotamente entre el ajetreo, destacaba entre la multitud de motocicletas. Mojó sus labios,lamentándose de lo que iba a hacer a continuación, una pérdida lamentable.

Mientras los segundos pasaban y Alden preparaba su arco con aquellas flechas sagradas que habían atravesado al menos a diez dioses, Benten hizo contacto visual con el atacante, una diminuta sonrisa se formó en su rostro, una que fue antecesora de la reacción estupefacta de aquel que planeaba acabar con la vida de la capitana más joven, algo que sin duda, le hubiera hecho ganar reverencias y vitores.

Continuaban acercándose mientras esto sucedía, por lo que, por primera vez, pudo notar algo extraño en la formación de aquellos guerreros que avanzaban en línea recta hacia ellos; frunciendo el ceño, se forzó a observar con detenemiento a la capitana que se aferraba a su motocicleta, acelerando como si su vida dependiera de ello, o quizás, algo más grande que su vida.

Detrás de su cuerpo, y de los demás motociclistas, como si de una sorpresa tétrica y desgradable se tratara, emergieron decenas de onis que ocultaban su presencia ayudaos de sus eternos rivales amistosos.  Alden abrió los ojos con sorpresa mientras los onis saltaban, gritaban y reían surcando el poco espacio que los separaba ahora, comenzando así, una pelea cuerpo a cuerpo para la cual, no estaban preparados aún.

En su mayoría, eran especialistas en la distancia, en el aire, por lo que sus habilidades quedaron cortas ante lo que veían, experimentando por primera vez, la letalidad de aquellos que sólo conocían de nombre. Alden apretó los dientes a la par de que de la espalda de su objetivo pasado, aparecía quien realmente era la meta final de todo aquello que habían planeado.

Ni todo su análisis ni todo su conocimiento lo preparó para lo inusual de la remontada, una princesa oni reunida con sus pares en un ataque sorpresa, como una feroz carta de presentación que dibujaba algo ajeno al orgullo. Lum Invader, abandonó de un salto el vehículo de su capitana, gruñendo como únicamente un oni podía, secundada de su raza que en aquel momento, hacía eco de su poderío, de la ventaja de no estar limitados en cuanto a poderes, demostrando la diversificación de sus habilidades.

Alden retrocedió y por milisegundos estuvo tentado a únicamente observar, no por cobardía, sino por el asombro de aquel intercambio del que aún no podía comprender sus elementos; demasiado pronto, entendió que su cometido era absurdo y se dedicó enteramente, a defenderse de la forma en que podía, dejando en segundo plano las habilidades de arquero para pasar a las de un guerrero completo

Un tanto alejada, Benten y sus guerreros observaban a sus amigos onis en algo que ellos llamaban calentamiento, convertidos de manera completa en lo que realmente eran, al menos en sus inicios, seres crueles y sádicos que no estaban escatimando en ninguno de sus recursos; no se limitaban a usar aquella habilidad especial con la que nacian, usaban su fuerza depradadora entera en ello.

La primera vez que miró a su amiga en su forma demoniaca, no pudo bromear como lo esperaba de sí misma, más bien experimentó por única vez un vestigio biológico de someterse ante ella, no como su leal capitana, sino como una mujer de una raza inferior, definitivamente no depreadora. Aunque se sabía más fuerte que ella, a pesar de que estaba a su cargo su entrenamiento, el mirar aquellos ojos enrojecidos con pupilas filosas negras, le sacó momentáneamente de sus casillas.

Benten miró con admiración, orgullo y algo de humor también aquella sombra que era demasiado veloz para los ojos comunes, una mancha negra que fugazmente aparecía rodeando a la princesa oni que en esos momentos, arrancaba con los colmillos parte del ala de un enemigo. Aquella silueta sin forma, iba y venía, no se alejaba demasiado de Lum pero ante su paso, también dejaba heridas misteriosas en los seres  impactados que jamás encontraron de dónde venían aquellos ataques.

Preocupado por cómo la situación había cambiado drásticamente, Alden ordenó la retirada, gritando a todo pulmón mientras esperaba ser escuchado por todos los que quedaban; su mente, agilizada por lo inesperado, comenzaba a comprender aquello que antes no veía, por lo que, también sabía que los onis, dejarían que se marcharan.

Tan abrupto como inició, así concluyó, con la voz firme de un oni que reconoció como Meleoron, héroe oni de numerosas batallas que era afamado por sus poderes gravitacionales. Hirientes, dolientes e iracundos, ambos bandos, regresaron momentáneamente a sus filas, sabiendo que la batalla, apenas había comenzado.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora