¿El fin o el comienzo?

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Nadie decía una sola palabra, sabían que algo sucedía entre ellos, sin embargo, no querían meterse en lo absoluto, inicialmente porque no era su costumbre y después, porque se adivinaba con su "extraña" interacción que en esta ocasión, algo serio había pasado; algo que no podían resolver con una pelea a gritos y a choques eléctricos. No dormían juntos, hablaban poco y lucían francamente hasta avejentados en un lapso de dos días en los que Eru tuvo también una corta comunicación que anunciaba su respuesta.

Todos habían coincidido en que era importante, de hecho, cada uno ejecutaba un plan individual de manera privada, algunos de estos eran visibles ante todos como el de Oten que en compañía de Azumi, ayudaba a que su hijo retomara sus poderes de fuego mientras él mismo entrenaba la super fuerza que ahora tenía que concentrar enteramente en el tren superior de su cuerpo. Por su parte, su cuñada se encargaba del control de toda la milicia disponible, contando a los capitanes aliados y sus ejércitos.

El rey Invader, estaba ausente, la razón únicamente la podían imaginar pues no dijo nada después de la última junta, marchándose en solitario sin ningún sargento acompañándolo; nadie habló tampoco de este suceso, decidiendo que harían lo que estuviera en sus manos para conseguir una oportunidad. Por su parte, Benten caminaba a lado de Ataru que aunque parecía un muerto en vida, estaba cumpliendo de manera perfecta su deber.

Demasiados hombres, ingresaron a la enorme nave, cargando las herramientas que la reina Eru había pedido a cambio de la alianza; Vit también se integraba al equipo que viajaría como coordinador del área. Ataru se sentó en silencio junto a Benten que monitoreaba la nave, lejanos a la muchedumbre, haciendo eco de su estatus; la capitana le echó un vistazo rápido, sintiéndose cabreada por el drama en el que ella también estaba envuelta.

Ataru vivía una crisis semi silenciosa, no dormía y comía muy poco, presa de un dolor inenarrable que dejaba muy por debajo a los traumas, es por eso, que en un ataque de pánico, había tenido que agendar una sesión de emergencia con su terapeuta, contándole todo lo que había pasado, especialmente buscando una respuesta al por qué había hecho eso con Eru. La explicación, en lugar de dejarlo un tanto más tranquilo, le causó mayor tristeza, porque no se lo podía decir a ella, y porque lo dejaba en un lugar todavía más asqueroso.

Saber que había sido su jodida resistencia a enamorarse de Lum (aunque ya lo estaba) lo que hizo que deseara transmitir todos esos sentimientos por lo que encontró cercano más parecido a ella le enfermaba. Una hermosa alienígena que estaba enamorada de él fue el escenario perfecto para que su patología se adueñara de sus imbéciles  decisiones. Recordar esos cortos días era cada vez peor, encontraba cada vez más cosas siniestras.

La forma en que escapó de ella, la manera en que se largó sin preocuparse por lo que sucedería, únicamente recordando lo temerario de sus acciones por cortos segundos en cuanto vio aquella nave explotar, sintiéndose aliviado en cuanto la vio flotar dentro de una esfera, evidentemente derrotada, frustrada y lo que era peor, es que esa humillación no fue suficiente para que lo abandonara a su merced, aún así, fue a su rescate. Contar con sus dedos la cantidad de canalladas que hizo en ese único evento comenzó a ser insuficiente.

Pensó estúpidamente que lo peor que hizo durante toda la relación fue el inicial triángulo amoroso con Shinobu, sin embargo, había olvidado a total conveniencia lo hijo de puta que fue en el suceso de Eru; por más que Tsubame intentaba tranquilizarlo comentándole que después de ese acontecimiento poco a poco se tornó en un Ataru más responsable hasta llegar al incidente con Rupa en donde no dudó en saltar hacia una Lum sin poderes para salvarla a pesar de pensar que ella ya no lo quería y se casaría con el rey del mundo oscuro.

Le aterraba la idea de que él, en algún punto, pudo hacer eso, cada parte espantosa que involucraba un egoísmo, patanería y crueldad absoluta que aunque duró poco y era consecuencia de su desesperación, sin duda no podía perdonárselo. Relfexionando en conjunto con el terapeuta, pensó que Lum tampoco se lo había perdonado del todo aunque nunca lo hubieran hablado, porque aunque fue por él y le dio todo el amor que su ser contenía, recordó la cereza del pastel en el que hubo una nueva humillación de su parte que en muchos momentos le pareció hasta cómica; en contraste, ahora entendía por qué con frecuencia ella dudaba de si realmente quería casarse o no.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora