Amor

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Ataru y Lum estaban recostados en su cama mirando al techo después de haber regresado la habitación, no habían hablado aún, sobrecogidos por las emociones de haber compartido con Oten y con Ten aquel encuentro y también satisfechos porque aunque no lo dijeran ni siquiera entre ellos mismos, hacerse cargo del niño por completo era algo demasiado pesado, aunque lo querían y francamente siempre estarían para él, no era su hijo y no querían pensar en la posibilidad de tener una responsabilidad de ese tipo pronto.

-Estoy muy contenta- empezó Lum- pero si te soy sincera, no me termina de cuadrar que mi tío no haya mencionado a mi tía

-¿Por qué lo haría?- respondió Ataru pensativo- está vivo, su hijo también y no creo que quiera aportar a su sufrimiento con su propio duelo- reconocía que el escenario era quizás es el más difícil de todas las consecuencias de la crisis- debe querer vivir esa agonía lejos de Jariten

-No me imagino lo difícil que va a ser para él

-Hablaré con Oyuki para que a él también se le pueda asignar un terapeuta- aseguró con la nueva convicción de protegerlos

Ella no sabía el contexto psicológico de la actitud de Ataru hacia su tío y su hijo, pero se imaginaba que algo profundo se escondía detrás de la determinación con ellos; como era costumbre, no preguntó nada, siempre esperaba a que él le contara las cosas, no quería presionarlo de ninguna manera como en el pasado, también porque reconocía que el trauma era sumamente delicado.

-Cambiando de tema- habló mientras se giraba en el colchón- lo que estaba pasando antes- su voz era ansiosa- mmmm ¿te gustó?

-¿Qué no se notó?- continuó mirando al techo con una sonrisa

-Es que no lo sé- su voz sonaba compungida y no podía averiguar con el sentido del oído si era un puchero adorable o en verdad estaba inseguro

-Darling- lo encaró mientras acariciaba su cara- pero ¿es que no podías...escucharme...o sentir?

-Sí- aseguró- pero...no es suficiente- sus ojos expresivos comunicaron angustia- necesito saberlo

Lum recordó lo que sabía del trauma y entendió que la mente de Ataru, por más evidencias que se le daban, le jugaba sucio y quería hacerle creer que era malo, insuficiente, asqueroso, y peor aún, que podía lastimarla. Buscando calmarlo le dio algunos besos en el rostro mientras respondía a milímetros de sus facciones

-Claro que me fascinó, es lo mejor que he sentido en mi vida, nunca me había pasado algo así

-¿Nunca?- preguntó receloso, aún sin poder soltar el tema de Rei.

-Nunca- aseguró mirándolo fijamente, enseñándola la mirada expuesta en el ámbar

-Me alegro- esbozó una pequeña sonrisa- yo tampoco me había sentido así antes, al menos no de esta forma

Lum no supo qué agregar porque aunque había pasado eso y también otras cosas días antes, aún tenía una gran reserva de tocar ese tema con él, de actuar de formas en que lo pudieran herir o confundir. El silencio los acompañó por un rato más mientras él recibía las caricias de su prometida con los ojos cerrados, disfrutando de aquello que estúpidamente no se había permitido vivir por el trauma, el ser adorado por primera y única vez por una mujer.

-Sí tengo una pregunta- dijo ella aún dudosa, porque no quería tocar el trauma pero también estaba extremadamente incrédula por algo- ¿cómo es que sabes hacer eso?

-No lo sé hacer- confirmó- bueno, a lo que me refiero es que nunca lo he hecho antes, únicamente sabía la ¿teoría?

-Vaya- mustió con sorpresa- ya me lo imaginaba pero...fue increíble- sus mejillas se colorearon

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora