Persecución

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La prontitud con la que la ayuda vino, le dejó confundido un par de segundos, disociado de la realidad inmediata en la que sus propios brazos se despegaban de su cuerpo, para dar pie a que los camilleros neptunianos, acompañados de Oyuki, desaparecieran en el portal junto a ella. Benten ya no estaba a su lado, y los momentos que transitó de una idea a otra, le hicieron volar con la mayor agilidad y presteza que conocía.

Por fortuna, el vínculo entre ellos le hacía conocer su estado, no a forma detallada, por lo que continuaba siendo su prioridad próxima, sin embargo, sabía que podía esperarlo y que se encontraba en las mejores manos. El espacio mental destinado a su unión sagrada, se encontraba distorsionado más no destrozado, además, de aquella orbe luminosa emergían en su mente, intenciones que daban pauta a cumplir la última diligencia.

Benten, montada en su motocicleta, perseguía el mismo objetivo que el hombre que inesperadamente casi apareció tras de ella, tomándola de la cintura mientras su concentración máxima era dispuesta en rastrear y encontrar a Alden. No tuvo que voltear a comprobar que era Ataru, lo supo en el instante en que la tocó y sintió su peso detrás.

Continuando en su travesía, la capitana hizo consciente el caos que los rodeaba, hasta ahora, al igual que su compañero, sobrevivía en un modo automático después del ataque hacia su amiga, sin embargo, por el rabillo del ojo, pudo notar que la contienda persistía, que el Rey Invader, acompañado de sus aliados, se batían en duelo con aquel dragón, clamando venganza en nombre de su hija.

El resto de sus colegas, combatía con empeño, con dolor y coraje, especialmente, aquellos que eran onis, convertidos en entes enteramente demoniacos, depredadores exigentes por su princesa malherida. Mientras persistía en su persecución, una parte de sus sentidos se perdieron en el análisis de sus amigos onis, cayendo en cuenta de que estos parecían mucho más letales que en el primer encuentro con los enemigos, además, algunos de ellos, lloraban.

Pasaron casi rozando a la reina, que luchaba uno a uno con un hombre que le doblaba el tamaño; no alcanzó a preocuparse por ella, ya que, convertida en pura energía demoniaca, pudo acabarlo a la par de que el alarido de furia se combinaba con tintes de congoja pura. Benten, comenzó a preocuparse, porque sabía que la persona que la acompañaba, también contenía aquellos elementos en su genética.

Habían pasado apenas algunos segundos, cuando comenzó a cuestionarse si era la decisión correcta haber traído a Ataru consigo.

-Acelera y gira a la izquierda- habló, interponiéndose en las dudas de su amiga

Benten tragó saliva, inquieta por el tono de voz tan bizarro que Ataru tenía, haciendo un recuento mental de todo el desarrollo del hombre, desde los inicios de su entrenamiento hasta el momento en que de forma inexplicable, pudo dar saltos en el tiempo mientras dañaba y cercenaba los ojos de un ser divino.

Ataru no era violento per se, eso Benten lo sabía, y también, conocía ligeramente el contexto de su permanencia en un estado defensivo constante, empero, también sabía que su límite, en todo tipo de circunstancia, era ver a Lum en peligro, además, no conocía la verdad que lo hizo conseguir tal demostración de fuerza instantes previos a la llegada del rey.

Antes de que pudiera decirle algo, preguntarle por su estado, Ataru dio un brinco, abandonando la motocicleta mientras caía en picada sin accionar su cinturón de vuelo, entonces supo, que sus hábiles ojos, habían encontrado ya a Alden.

.....

Alden no podía creer lo que estaba pasando, mucho peor, se encontraba cabreado ante lo insólito, patético y burlesco del asunto: él, un guerrero de renombre, supuestamente dispuesto a todo, con tal de trascender, se encontraba huyendo como cobarde. Nunca lo había hecho antes, jamás había experimentado la sensación de pánico absoluto que lo hizo sencillamente ponerse en marcha, abandonando a su equipo, a su honor y a cualquier oportunidad por ser merecedor de algo.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora