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Oten miraba fijamente desde el pasillo del corredor a su hijo jugando con Azumi en el jardín, de vez en cuando, le dedicaba animados saludos pues el niño irremediablemente elevaba la vista para verificar que su padre continuara despierto, vivo, con él. Si hubiera dependido de ambos, estarían juntos las 24 horas del día, empero, no era algo saludable para ninguno, y también en el caso en el que se encontraban, era inviable.

El joven hombre viudo, vivía su duelo algo lejano a Ten, al menos las partes importantes de desgarrador llanto, de gritos de frustración por no haber sido él el que recibía ese último ataque fatal. Respecto al incidente, lo había contado una y otra vez enfrente de su familia, de los políticos importantes de Oniboshi, y también del amable terapeuta neptuniano que de hecho, era pareja de Azumi y también vivía ahora con ellos.

Oyuki, contemplando en que Yoshi también era terapeuta y experto en tanatología, no dudó en mandarlo también a Oniboshi, esperando que a la par de su trabajo profesional, pudieran conseguir momentos de intimidad que eran importantes para una pareja de su edad. Yoshi, a diferencia de Azumi, no convivía tanto con él, aunque sí se veían diario para trabajar en el proceso; el resto del tiempo, lo dedicaba a su esposa que también estaba más libre del cuidado del pequeño con el despertar de su verdadero padre.

Su cuñado Oki, al quien siempre había respetado mucho, había hecho una excepción con las medidas de seguridad de ingreso al palacio, tanto porque Oten merecía y necesitaba la atención urgente, como el hecho de Sieatku ya llevaba mucho tiempo ausente y comenzaba a preocuparse; las puertas se abrieron una vez más ante el escrutinio obsesivo de Benten, para recibir a Yoshi y al capitán general con mayor experiencia.

Oten también colaboraba con Zente y con su equipo, que hacían incómodos y dolorosos procesos con su cuerpo para averiguar qué es lo que les había pasado, porque ni los meses, ni el apoyo de los doti expertos en química, conseguían que para el hombre erudito quedara claro qué había entrado en los cuerpos de los jóvenes bomberos. El padre de Jariten siempre accedía a las investigaciones sobre su organismo porque ni él mismo recordaba del todo lo que había sucedido por completo, había huecos de agonía por el suplicio físico que le hicieron olvidar cosas.

Otra persona que era clave para su reinserción a la vida era Ataru, aunque hablaba y convivía con toda la familia, el esposo de su sobrina era prácticamente ahora su compinche perfecto, ayudando a que el muchacho encontrara algunos momentos joviales fuera de su habitación con Lum, ya que el resto del tiempo, estaba entrenando, dirigiendo juntas con OPPE, participando en asambleas y un sinfín de tareas que le requerían seriedad absoluta. Como la diferencia de edad no era demasiada, reían y bromeaban con mucha frecuencia.

Podía entender por qué su hijo quería y admiraba a Ataru Moroboshi, por qué su sobrina se miraba tan perdidamente enamorada de él y por qué su cuñado aprobaba en silencio con una sonrisa al que Oten sabía, que en un futuro sería su rey; sin embargo, aún era simplemente un joven con el que jugaba a los videojuegos, que lo ayudaba a acomodarse sus prótesis en silencio cuando estas se desacomodaban vergonzosamente debido a que fueron elaboradas con demasiada rapidez por el equipo de investigación. Además, algunas veces, podía hablar con Ataru de cosas con las que no podía con su cuñada, con su sobrina y mucho menos con su hijo.

Le había confesado que tanto él como su esposa, tenían ya un plan para una emergencia de ese tipo, dejando a Ataru asombrado pues no estaba acostumbrado a que personas tan jóvenes planearan su finitud; empero, ellos tenían el empleo más riesgoso del imperio, aquel en el que arriesgaban sus vidas día con día. Con lágrimas en los ojos, aceptó que mandar a Jariten a la Tierra a vivir con ellos fue una idea desesperada por protegerlo.

La joven pareja de bomberos espaciales, discutieron y pensaron por demasiadas noches en que su bebé dormía cómo podían apartar a su hijo de su turbulenta vida sin depender enteramente de un robot niñera; lo primero que se los ocurrió fue mandarlo con los mismísimos reyes de Oniboshi, no obstante, ambos sabían que su hijo era malcriado, ser criado en el palacio, recibiendo la atención de un príncipe, sabían que iba a terminar por empeorarlo.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora