Leyes naturales

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Todo sucedía mucho más rápido de lo que podía procesar, sus ojos, veloces por naturaleza, almacenaban toda la información posible de las múltiples pantallas, sin embargo, no conseguía interiorizar y mucho menos reaccionar en función de lo que esperaba de sí misma.

Sin decirlo a nadie, días, o quizás semanas atrás, había decidido abandonar su postura ¿pasiva? ante la situación; lo terrible del escenario y el compromiso de todos los que los rodeaban le hicieron experimentar algo semejante a la culpa, empero, sus manos estaban atadas de muchas formas.

La primera y la más importante, era aquella de embajadora de OPPE; se había comprometido a tal nivel con aquel rol que era imposible defraudar a los asociados y peor aún, enfrentar las consecuencias legales de hacer aquello. Contrario a lo que muchos pensaban, sus acciones no eran guiadas por puro altruismo y convicción; ejes mucho más importantes la atravesaban, el de la política, por ejemplo.

Por otro lado, su amiga de infancia, aquella que se había mostrado siempre reactiva  con su firme papel de protectora de paz,  ahora era la que le rogaba que se mantuviera pasiva, como parte de la promesa futura que habían recibido y acatado. Iba a hacerlo, estaba dispuesta a cargar con la responsabilidad de nuevo, de ser la única sobreviviente.

Ante los ojos de Oyuki y de centenas de neptunianos reunidos con ella, acontecía el horror de lo bélico, de la violencia que tanto temían; de algo con lo que no estaban familiarizados de ninguna manera. Obligados por lealtad a su reina, contenían la respiración, pensando lo lejanos que habían estado en su planeta de lo que significaba la verdadera supervivencia.

La mujer intentaba buscar con su mirada a sus amigos, encontrándose de nuevo con la verdad de que no había absoluta bondad y desinterés en ella, al menos no siempre, porque en esta ocasión, prefería, por supuesto, que ellos no murieran. Reconocerse vulnerable y sesgada hacia los que amaba, no la hizo sentir que faltaba a sus principios, pero sí la hizo reflexionar momentáneamente sobre los límites de su naturaleza.

Involuntariamente, por detrás del pavor enmascarado, experimentaba un vestigio de admiración ante lo que veía, la manera tan feroz y tajante con la que el imperio Oniboshi y sus aliados se defendían. Con el pasar de los minutos, pensó que lo menos que podía hacer ante tal muestra de fuerza y de honor, era ser fiel testigo y continuar en aquella muda formación.

Oyuki contempló el campo de batalla, seccionado de manera infame y brutal; con lo que sabía que sus amigos habían planificado destrozado en un santiamén. A pesar de ello, no estaban cerca de perder, o eso parecía ante ojos inexpertos en el arte de la batalla, no obstante, no podía evitar que su atención se desviara hacia el cielo por instantes, buscando la presencia ominosa del temido.

El elemento sorpresa era parte del combate, ahora lo entendía, de hecho, comprendía en calidad de atestiguante ahora, mucho de lo que Benten decía desde que eran chicas. Cada nuevo elemento agregado al campo de batalla, cumplía una función precisa, desequilibrando momentáneamente al oponente.

Comenzó a temer por los pocos recursos ocultos que quedaban, coronados a la par de sus ojos testigos de Rupa y Karla con centenas de cerdos junto a ellos. En algún momento de la planeación, Oyuki se vio superada mentalmente, por lo que no sabía con exactitud cómo colaborarían aquellos preciados aliados.

Sin poder evitarlo, recordó aquel encuentro del pasado en el que ellos eran antagonista del ridículo romance adolescente de Lum y Ataru, el último juego de pilla pilla y el alivio de ver a la Tierra a salvo de esos hongos gigantescos que probablemente, ahora retornarían a la escena pero ahora, como un recurso positivo.

La inteligencia y capacidad cognitiva de Oyuki quedaba muy ligera para estos casos, porque en su inexperiencia, no se dibujaba el impedimento real que sería el campo de batalla con millones de obstáculos gigantescos, incluso, para aquella parte de la lucha que se llevaba a cabo en los cielos.

Por ella |URUSEI YATSURA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora