Capítulo 21

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Manuela: Gracias por venir, Lali.

Lali: De nada – le sonrío – Agustín también vino.

Manuela: Ah... Hola – se encogió de hombros y volvió su atención hacia mí. Miré a Agus y comencé a reír - ¿Compraste mi regalo?

Lali: Yo lo compré, pero está en casa. Cuando volvamos te lo daré, ¿vale?

Manuela: está bien.

Lali: Feliz cumpleaños princesa - Escapó. Simplemente escapó.

Peter: Oye, ese es mi apodo.

Manuela: Sí, Lah, él es quien me llama princesa.

Lali: Ay, lo siento. Ya no - Me reí, me levanté y Manuela salió corriendo al ver a una amiga.

Peter: Realmente viniste y te ves hermosa. Realmente el vestido te sienta muy bien - miré a Agustín y tosí disimulando mi risa.

Lali: Gracias y dije que lo haría. - Me mordí el labio.

Peter: Sí, lo hice. Ah, hola Agustín – lo saludó.

Agus: Hola Peter – le estrechó la mano – Me alegra que alguien recuerde que existo.

Lali: No tiene por qué ser tan exagerado, Agustín. ¿Y la cabeza?

Peter: Está mejor – se rió y se puso la mano en la cabeza – ¿Y Maxi? ¿No vendrá?

Lali: No. Vino de visita un amigo suyo. Se disculpó pero no pudo venir.

Rochi: Peter – lo llamó desde lejos.

Peter: Bueno, iré allí. Espero que puedan divertirse.

Agus: Gracias. Algo imposible pero lo intentaremos.

Lali: Creo que se le está olvidando que yo también soy anfitriona.

Agus: Al menos debería serlo – nos reímos y nos dirigimos a una mesa.
Miré el reloj y eran las siete y media. Señor, ¿esto terminaría alguna vez? Ya había bostezado varias veces y no soportaba quedarse allí más tiempo. Maldita sea la hora que había prometido que iría a ese lugar. La fiesta ya debería haber terminado, señor del cielo. ¿Qué hacían todavía estas personas en ese lugar? Las siete y media era hora de que los niños se fueran a la cama. Ok, después de eso saldría con Agustín allí. De repente se apagaron las luces que había allí. Y empezó a sonar una canción divertida. Empecé a sudar y no sabía por qué. Música... de payaso. Y había uno allí. En medio del pasillo. Ya sabía por qué estaba sudando. Tuve coulrofobia. Sí, lo sé, palabra rara, pero sí, eso era miedo a los payasos. Siempre tuvo desde pequeña.

Payaso: ¿A quién vamos a elegir para que nos ayude? - los niños empezaron a saltar como palomitas de maíz.

Lali: Agustín, vámonos de aquí – Me levanté y le jalé del brazo.

Agus: No Lali, está delicioso. Acabo de pedir más bocadillos.

Lali: Por Dios, Agus, vámonos de aquí.

Payaso: Ah, la señorita que acaba de levantarse. Ven aquí - todos me miraron.

Lali: No... No... Agustín, vámonos de aquí, por favor.

Agus: Ve ahí, Lalita. El payaso te está llamando...

Lali: Agus - Empecé a desesperarme. Miré hacia atrás y el payaso venía hacia mí - Por Dios, salgamos de aquí.

Payaso: Venga aquí señora – tomó mi brazo y comenzó a jalarme – ¿Cómo te llamas?

Agus: MARIANA - gritó emocionado.

Lali: No... Elige a otra persona, no a mí - Intenté tirar de mi brazo pero él no me soltaba.

Payaso: Vamos, Mariana. Te va a gustar...

Lali: No, por favor – Sentí que se me quebraba la voz. No podía llorar delante de MI FAMILIA.

Payaso: Cálmate, Mariana – susurró, cuando finalmente logró arrastrarme hasta el centro de la habitación.

Lali: Déjame ir – susurré.

Payaso: Cálmate, Mariana – repitió – Soy yo, Peter – le susurró de vuelta.

Agus: EMPIEZA PRONTO - gritó.

Lali: Yo... - sentí mis piernas débiles y mi cabeza mareada - me siento mal.

Peter: No hay necesidad de exagerar,
Lali. Tranquila, es sólo un truco de magia y ya está. ESTAMOS LISTOS CHICOS - gritó.

Lali: NO... - lo último que vi fue a este payaso recogiendo unas cartas y luego me caí.

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